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Mostrando las entradas etiquetadas como Cuentos para leer VIII-A

Cuentos para leer VIII-A

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El camello y el poste. Para leer

 Cuentos para leer VIII-A. Erase una vez un rey que se dispuso a viajar a través del desierto para ir a conocer a la que iba a ser su esposa. Para ello ordenó una larga caravana de camellos. Después de varias semanas de viaje llegaron a un oasis y decidieron pasar allí la noche. Estaban todos muy cansados, así que el rey mando atar a los camellos para que descasaran durante toda la noche y emprender al día siguiente de nuevo el viaje. Los conductores y camellos estaban agotados y con ganas de dormir, pero cuando llegó el momento de atar a los animales, se dieron cuenta de que faltaba un poste. Todos los camellos estaban debidamente atados excepto uno. Nadie quería pasar la noche en vela vigilando al animal, pero a la vez, tampoco querían perder el camello, ya que todos ellos eran necesarios para continuar con el viaje. Después de mucho pensar, uno de los hombres tuvo una gran idea. Fue hasta el camello, cogió las riendas y realizó todos los movimientos como si atara el animal a un ...

La lechera. Para leer

 Cuentos para leer VIII-A. Había una vez una lechera que caminaba muy contenta hacia el mercado. Llevaba sobre su cabeza un  cántaro de rica leche y, fantaseaba sobre cuánto dinero le darían por ella y en qué invertiría el dinero -iba diciendo en voz alta la lechera mientras andaba-. Y después me compraré unas gallinas que pondrán huevos, y de los huevos saldrán unos lindos pollitos. Cuando crezcan, los llevaré al mercado y me darán mucho dinero por ellos. ¡Y más por los gallos! La lechera seguía soñando y soñando, y no se dio cuenta de que entraba en una zona del terreno con muchas piedras.  – Con el dinero que gane con las gallinas y los huevos, compraré lechones, los más hermosos- seguía diciendo la lechera según caminaba- Y cuando crezcan, los venderé bien en el mercado. Serán los cerdos más sonrosados, y todos los querrán comprar.  Y con ese dinero, también compraré terneros, que engordaré con el mejor pasto. Darán carne tan deliciosa, que en el mercado todos se...

Los patos y la tortuga. Para leer

 Cuentos para leer VIII-A. En una pequeña laguna vivían dos patos y una tortuga. Se llevaban muy bien y compartían sin problemas aquel lugar. Poco a poco, se hicieron grandes amigos. Pero llegó un terrible año de sequía, y la pequeña laguna se fue secando, hasta que solo quedó un pequeño charquito en el centro del lago. Los patos, en algunos de sus vuelos, habían visto que cerca había otro lago que sí tenía agua, y se lo contaron a la tortuga: – Eh, amiga tortuga, hemos visto cerca un lago precioso con mucha agua. Los dos iremos a vivir allí. – Oh- dijo entonces la tortuga- ¡Que suerte tenéis que podéis volar! Yo no puedo ir de ninguna forma, porque está lejos y tardaría muchísimo, seguramente me perdería por el camino… Y diciendo esto, la tortuga se fue despacito hasta el pequeño charco de agua que aún quedaba en el lago, y se quedó allí, quieta y muy triste. Y a los patos, se les encogió el corazón. Pero a los patos entonces se les ocurrió una gran idea: – ¡Espera, amiga tortuga!...

El mono y el gato. Para leer

 Cuentos para leer VIII-A. Vivían dos animales muy traviesos con un hombre: un mono y un gato. El mono era muy inteligente pero solo pensaba en jugar y, siempre terminaba metiéndose en problemas. Y el gato era rápido y muy ágil, pero solo pensaba en comer.  Un día, el hombre salió de casa un rato y dejó asándose en una sartén a fuego lento unas castañas. El mono las olió y se relamió al verlas. Pero… ¿Cómo conseguiría sacarlas de la sartén sin quemarse? Entonces llamó al gato y le dijo:  – Mira qué bien huelen esas castañas, gato. Si yo tuviera esas garras tan afiladas que tú tienes y fuera tan rápido como tú, ya me las habría comido todas… Si las sacas, nos las podemos repartir entre los dos.  El gato no se lo pensó dos veces, y se lanzó a por la sartén. Una a una, iba rescatando con sus zarpas las castañas y tirándolas hacia atrás, a pesar de quemarse las patas con cada zarpazo. El mono, por su parte, las iba agarrando al vuelo y comiéndoselas de un bocado.  E...

El pastor mentiroso. Para leer

 Cuentos para leer VIII-A. Vivía en una pequeña colina un pastor que salía cada día con sus ovejas al campo para que pastaran en libertad. Su casa no estaba muy lejos del poblado. Solo tenía que bajar la pequeña colina para llegar hasta él. El pastor se aburría mucho mientras esperaba a que sus ovejas terminaran de comer. A veces se pasaba todo el día mirando las nubes. Hasta que un día se le ocurrió una genial idea para divertirse un rato: sabía que cerca de allí vivía un lobo. Al menos, había oído hablar de él. Así que decidió gastar una pequeña broma a sus vecinos. El pastor bajó corriendo la colina, al grito de: – ¡Que viene el lobo! ¡Socorro! ¡Se come a mis ovejas! Y el pastor, que disimulaba su mentira muy bien, despertó a todos sus vecinos, que salieron alarmados de sus casas. – ¿El lobo, dices? ¿Dónde? – En la colina… ¡va a comerse a mis ovejas! - insistió el pastor mentiroso. – No te preocupes- dijo otro de los vecinos-. ¡Te ayudaremos! Los vecinos del pastor se armaron de...

Las hienas. Para leer

 Cuentos para leer VIII-A. Pasaba una hiena cerca de un poblado cuando de pronto se encontró un cabrito muerto.  – ¡Menuda suerte la mía!- dijo contenta la hiena- Será mejor que me coma el cabrito rápido antes de que vengan mis compañeros y me lo quiten.  Así que la hiena tiró del cabrito y lo escondió detrás de unos arbustos, porque no quería que nadie más lo viera. Y justo cuando iba a comenzar el festín, oyó que se acercaba la manada de hienas. Así que dejó el cabrito escondido y salió a su encuentro.  La hiena se puso a eructar, a estirarse y a bostezar.  – Vaya, compañera hiena, ¿Qué te pasa?  – Que me acabo de dar un banquete y me ha entrado sueño. Ahora me iba a dormir.  – ¿Un banquete?  – Sí… resulta que se han muerto muchas de las reses del ganado de este pueblo y han tirado un buen montón de cabritos al basurero. ¡Está lleno!  – ¡Qué buena noticia!, ¡Vamos para allá de inmediato!- dijeron sus compañeras.  Y salieron a tanto cor...

El asno y el lobo. Para leer

 Cuentos para leer VIII-A Estaba un asno pastando tranquilamente en el campo cuando escuchó acercarse al lobo.  – ‘Viene el lobo’- pensó- ‘rápido, tengo que pensar en cómo escapar de esta…’. Y entonces se le ocurrió algo: de pronto hizo como si se hubiera clavado una espina en una de sus patas traseras, y comenzó a cojear. Cuando el lobo llegó hasta donde él estaba dijo:  – Ay, lobo, espera, mira lo que me ha pasado… Me clavé una espina entre las zarzas. Antes de comerme, deberías ayudarme a sacar la espina, porque si no, se te quedará atravesada en la garganta y morirás ahogado.  – Vaya, pues tienes razón, asno. Gracias por advertirme… Miraré bien tu pata, a ver si puedo sacar la espina… Entonces, el lobo se aproximó mucho a la pata del asno. Y el asno le dijo:  – Un poco más cerca o no la verás bien.  El lobo obedeció y se acercó más a la pata del asno. Entonces, sin pensárselo más, el asno le propició una tremenda coz. Tan grande, que los colmillos del l...

El asno intruso. Para leer

 Cuentos para leer VIII-A. Existió una vez un lavandero que trabajaba hasta muy tarde cada día. Al llegar a casa, se preparaba la cena y se iba a dormir. Junto a su casa, en un pequeño patio, tenía siempre atados un asno y un perro.  El perro siempre estaba allí, y su amo lo tenía para avisar de la entrada de intrusos. El asno, pocas veces salía para llevar a su amo a algún sitio.  Pero una noche, un ladrón entró en el patio. El asno, miró al perro, impaciente por verle ladrar, pero al ver que ni se movía, le recriminó su gesto: – Perro, ¿por qué no ladras? ¿Acaso no viste entrar al ladrón en la casa del amo?  – Asno- contestó entonces el perro- No tengo ninguna intención de ladrar. El amo no me dedica cariño ninguno, me da de comer unas cuantas migajas y nunca me deja salir de aquí. No se merece mi trabajo.  – Pero perro, el amo te tiene para que avises cuando llega un intruso, y es tu deber.  – No insistas, asno, no pienso mover un músculo. No me pagaron ...