Cuentos para leer VIII-A. Existió una vez un lavandero que trabajaba hasta muy tarde cada día. Al llegar a casa, se preparaba la cena y se iba a dormir. Junto a su casa, en un pequeño patio, tenía siempre atados un asno y un perro. El perro siempre estaba allí, y su amo lo tenía para avisar de la entrada de intrusos. El asno, pocas veces salía para llevar a su amo a algún sitio. Pero una noche, un ladrón entró en el patio. El asno, miró al perro, impaciente por verle ladrar, pero al ver que ni se movía, le recriminó su gesto: – Perro, ¿por qué no ladras? ¿Acaso no viste entrar al ladrón en la casa del amo? – Asno- contestó entonces el perro- No tengo ninguna intención de ladrar. El amo no me dedica cariño ninguno, me da de comer unas cuantas migajas y nunca me deja salir de aquí. No se merece mi trabajo. – Pero perro, el amo te tiene para que avises cuando llega un intruso, y es tu deber. – No insistas, asno, no pienso mover un músculo. No me pagaron ...