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El asno intruso. Para leer

 Cuentos para leer VIII-A.

Existió una vez un lavandero que trabajaba hasta muy tarde cada día. Al llegar a casa, se preparaba la cena y se iba a dormir. Junto a su casa, en un pequeño patio, tenía siempre atados un asno y un perro. 

El perro siempre estaba allí, y su amo lo tenía para avisar de la entrada de intrusos. El asno, pocas veces salía para llevar a su amo a algún sitio. 

Pero una noche, un ladrón entró en el patio. El asno, miró al perro, impaciente por verle ladrar, pero al ver que ni se movía, le recriminó su gesto:

– Perro, ¿por qué no ladras? ¿Acaso no viste entrar al ladrón en la casa del amo? 

– Asno- contestó entonces el perro- No tengo ninguna intención de ladrar. El amo no me dedica cariño ninguno, me da de comer unas cuantas migajas y nunca me deja salir de aquí. No se merece mi trabajo. 

– Pero perro, el amo te tiene para que avises cuando llega un intruso, y es tu deber. 

– No insistas, asno, no pienso mover un músculo. No me pagaron lo suficiente para hacerlo. 

– Está bien- dijo entonces el asno- Pues si no lo haces tú, lo tendré que hacer yo. 

Y diciendo esto, el asno se puso a rebuznar con todas sus fuerzas, armando un gran escándalo. En esto que el ladrón ya se iba de la casa con su botín, y a los pocos minutos apareció en pijama el amo.

– ¿Qué escándalo es este? ¿Cómo osas despertarme con ese horrible rebuzno, animal ingrato? 

El lavandero agarró un palo y golpeó al pobre asno para que se callara. Al volver el amo a la casa, le dijo el perro al asno: 

– Ya te lo dije y no me hiciste caso. ¿Estás así más contento? 

Y el asno no dijo nada, pues estaba muy dolorido.

«Si haces tú la obligación de otro, puede que al final te arrepientas». 

Reflexiones.

Esta fábula india, ‘El asno intruso’, gira en torno a un dicho popular que debemos recordar siempre: ‘No te metas donde no te llaman’. Se han escrito muchos refranes al respecto para alertar de lo que puede suceder cuando alguien se entromete en asuntos que no son de su incumbencia. 

Si te metes donde no te llaman, podrás salir escaldado. Debemos usar la razón y ser prudentes. Cuando alguien tiene un cometido o responsabilidad, dicho cometido o responsabilidad es de esa persona, y no nuestra. Si intentamos hacer su trabajo o librarle de la responsabilidad, puede que los demás no lo entiendan como una ayuda, sino como una intromisión, y la cosa no acabe como esperábamos. 

En esta fábula, el perro no sentía ninguna gratitud hacia su amo, porque él nunca le había tratado bien. Al final, cada uno recibe lo que da. Si el amo no daba cariño y no trataba bien al perro, el perro no se lo pagaría de ninguna forma, y mucho menos defendiéndole. 

La gratitud es para quien se la merece.

¡Feliz día!

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