Cuentos para leer III-B. Cuentan que cuando George Washington tenía solo seis años, su padre, Augustine, le regaló un hacha muy pequeña. Con ella, el niño se divertía cortando pequeñas ramas que encontraba en el suelo. Pero un día, se fijó en un precioso árbol: un cerezo. A su padre le gustaba mucho la jardinería, y de entre todas sus plantas, aquel cerezo era su favorito. Le cuidaba y mimaba cada año y su hijo lo sabía. Pero un instinto le llevó a probar el hacha contra aquel tronco, tal y como había visto hacer con otros árboles a muchos adultos. De pronto, un trozo enorme del tronco se desprendió, y el niño se asustó. Escondió el hacha y se fue corriendo a casa. Esa tarde, el padre de George Washington salió al jardín a regar sus plantas, como cada día, pero de pronto descubrió el destrozo en su cerezo. Lleno de rabia y dolor, entró gritando en casa. – ¿Quién ha destrozado mi cerezo? ¿Quién ha sido? - preguntó hecho una furia Augustine. Sus hijos le miraron as...