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Mostrando las entradas etiquetadas como Cuentos para leer III-B

Cuentos para leer III-B.

En formato pdf.  Pulsa en la imagen para leer los cuentos y relatos cortos que se indican.

El cuervo orgulloso. Para leer.

Cuentos para leer III-B. Un cuervo, de plumas muy negras y brillantes, se encontró un día unas cuantas plumas de pavo real en el suelo. Se quedó prendado con tanto brillo y color, y decidió tomarlas prestadas para ver qué tal le quedaban. Así, el cuervo se fue colocando las plumas de pavo real en la cola. – ¡Oh! ¡Qué preciosidad! - pensó el cuervo- ¡Estoy mucho más guapo! Sin duda, es mucho mejor ser pavo real.  El cuervo, convencido de que prefería ser un hermoso pavo real a un cuervo negro, se fue a presumir delante de sus compañeros:  – ¡Miradme bien! - dijo el cuervo disfrazado de pavo real- ¿No os parezco más guapo hoy? He decidido ser un hermoso pavo real.  Los demás cuervos, sorprendidos y algo ofendidos, le dieron la espalda y siguieron a los suyo. Así que el cuervo, sin pensárselo más, salió volando en busca de sus nuevos compañeros.  El cuervo llegó hasta el lugar en donde estaban los pavos reales, y les dijo:  – ¡Amigos! ¡Dad la bienvenida a un nuevo ...

El niño que pudo hacerlo. Para leer.

Cuentos para leer III-B. Dos niños patinaban en un lago helado cuando de pronto el hielo se abrió y uno de los niños cayó al agua. La corriente le arrastró un poco más adelante y el niño no podía salir. Estaba atrapado bajo la capa de hielo.  Su compañero comenzó a gritar pidiendo auxilio, pero no había nadie cerca. Se dio cuenta de que lo único que podía salvar a su amigo era abrir un agujero en el hielo. Así que buscó una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas. Una y otra vez, sin parar. Hasta que de pronto el hielo se rompió y pudo ofrecer su mano para que el otro niño se agarrara. Así, de esta forma, pudo salvar a su amigo.  Cuando llegaron al pueblo y contaron a todos lo que acababa de suceder, ninguno podía creer su historia.  – ¿Cómo un niño tan pequeño como tú ha podido romper una capa de hielo tan gruesa? ¡Eso es imposible!  – Eso, eso- decía otro- ¿cómo pudiste hacerlo?  Entonces, un anciano se acercó y dijo: – Yo sí sé cómo pudo ha...

El propio esfuerzo. Para leer.

Cuentos para leer III-B. Observaba un joven desde un puente, con mirada afligida, a un grupo de pescadores. Poco a poco, sus cestas se iban llenando de peces. – ¡Ojalá tuviera yo esa cesta llena de peces! Podría venderlos en el mercado y comprar más alimentos con el dinero que me dieran por ellos…  Entonces, preguntó a uno de ellos:  – ¿Cuántos peces llevas?  – ¡48! - gritó el pescador desde el embarcadero.  El joven comenzó a soñar con todo lo que podía conseguir con tantos peces…  – Si fueran míos, sería feliz, porque podría venderlos para conseguir más comida- respondió el joven en voz alta. El viejo pescador se acercó a él entonces y le dijo:  – Yo te daré esta misma cantidad de peces si me haces un favor… Debo ir al pueblo a hacer un recado. Solo tienes que quedarte aquí sujetando bien la caña y sacando los peces que vayan picando…  El joven acepto con gusto y se instaló en el lugar del pescador. Comenzó a pasar el tiempo, más del que imaginaba él...

Alcanzar un sueño. Para leer.

Cuentos para leer III-B. Hace mucho, nació un niño en un humilde hogar de la ciudad de Cleveland, en Estados Unidos. Su familia era muy pobre, pero supo dotar a sus hijos de grandes valores. Este pequeño se llamaba Jesse. Un día, el atleta más famoso del momento, Charles Paddock, visitó la escuela en donde estudiaba el pequeño Jesse. En aquella época, Paddock estaba considerado como el corredor más rápido del mundo. El joven corredor miró a los niños y les preguntó:  – ¿Qué os gustaría ser en la vida? Debéis saber que, sea lo que sea, podéis lograrlo. Solo tenéis que trabajar duro y creer que Dios os puede ayudar a conseguirlo.  El pequeño Jesse lo tenía claro: él quería ser más rápido aún que el mismísimo Paddock. Así que al día siguiente fue a hablar con su profesor de gimnasia y le habló de su sueño:  – Me gustaría ser un atleta tan grande como Paddock- le dijo.  – Está muy bien que tengas un sueño- le respondió él- Pero para lograrlo, debes construir una escalera...

La historia de George Washington y el cerezo. Para leer.

Cuentos para leer III-B. Cuentan que cuando George Washington tenía solo seis años, su padre, Augustine, le regaló un hacha muy pequeña. Con ella, el niño se divertía cortando pequeñas ramas que encontraba en el suelo. Pero un día, se fijó en un precioso árbol: un cerezo.  A su padre le gustaba mucho la jardinería, y de entre todas sus plantas, aquel cerezo era su favorito. Le cuidaba y mimaba cada año y su hijo lo sabía. Pero un instinto le llevó a probar el hacha contra aquel tronco, tal y como había visto hacer con otros árboles a muchos adultos. De pronto, un trozo enorme del tronco se desprendió, y el niño se asustó. Escondió el hacha y se fue corriendo a casa.  Esa tarde, el padre de George Washington  salió al jardín a regar sus plantas, como cada día, pero de pronto descubrió el destrozo en su cerezo. Lleno de rabia y dolor, entró gritando en casa.  – ¿Quién ha destrozado mi cerezo? ¿Quién ha sido? - preguntó hecho una furia Augustine. Sus hijos le miraron as...

La carta de Abraham Lincoln al maestro de su hijo. Para leer.

Cuentos para leer III-B. Esta carta se escribió en 1830. Sin embargo, casi 200 años después, su contenido sigue teniendo la misma validez y utilidad que entonces. Nada de lo que dice nos suena antiguo, ni demasiado lejano. Porque las lecciones a las que hace referencia, son pilares básicos e inamovibles. La calidad del texto, a la hora de mencionar los valores más importantes en los hombres, hace que sea especialmente valiosa.  Dice así: «Querido profesor, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son sinceros.  Enséñele que por cada villano hay un héroe, y por cada egoísta, alguien generoso.  Enséñele que por cada enemigo hay un amigo, que es mejor obtener una moneda ganada con sudor que una moneda robada. Aléjelo de la envidia y si puede, que conozca el secreto y la alegría de la risa tranquila. Enséñele a perder, pero también a aprender a disfrutar correctamente de la victoria. Enséñele a maravillarse con los libros, pero deje que él tambi...

Los tres filtros de Sócrates. Para leer.

Cuentos para leer III-B. Cuentan que Sócrates un día recibió la visita de un hombre. Llegaba algo alterado y le dijo: – Necesito darte una información sobre uno de tus amigos. Pero Sócrates le contestó: – ¿Y ha pasado esa información ya por los tres filtros? – ¿Tres filtros? – repitió el hombre- No sé de qué me hablas… ¿de qué filtros se trata? – Toda información debe pasar por tres filtros antes de compartirla con el resto- le explicó el filósofo-  El primer filtro es el de la VERDAD. ¿Estás totalmente seguro de que eso que vas a decirme es verdadero? – Bueno, en realidad lo oí de otra persona. Yo supongo que no mentirá… – Vaya- dijo Sócrates- No sabes por tanto si es o no es verdad…  Vayamos al segundo filtro, el filtro de la UTILIDAD. ¿Eso que me vas a contar sirve para algo? – No sé, Sócrates- dijo él- Supongo que es solo una opinión… – Y por lo tanto no es práctico… no pasa el segundo filtro. Igual pasa el tercero.  El tercer filtro es el de la BONDAD. ¿Eso que me va...