Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Cuentos para leer VI

Cuentos para leer VI

En formato pdf. Pulsa en la imagen para leer los cuentos y relatos cortos que se indican.

Coleccionar buenos recuerdos. Para leer

 Cuentos para leer VI. Se cuenta que un hombre estaba cansado de que su jefe lo maltratara. Así fue que un día decidió guardar una piedra que le hiciera recordar cada insulto, cada desprecio, cada humillación que el jefe le hiciera. Esa sería su forma de no olvidar tanto abuso y reclamar justicia.  Así, día tras día, en el bolsillo de su chaqueta fue guardando piedras que le recordaran los agravios de su jefe. Pero al cabo de cierto tiempo y a causa del peso, el bolsillo de la chaqueta se le rompió. Entonces el hombre se compró un maletín grande y allí siguió colocando piedras. Cuanto mayor era la injuria por parte de su jefe, más grande era la piedra que guardaba. El maletín se puso tan pesado que el hombre adquirió una maleta de viaje con ruedecitas para guardar más piedras. Todos los días arrastraba su maleta cuando iba al trabajo y todos los días regresaba a casa con más piedras. Un día, el jefe estalló en risas al ver a su empleado arrastrar semejante maleta: “¡Usted sí q...

Lealtad y confianza. Para leer

 Cuentos para leer VI. Un insurrecto había sido condenado a morir en la horca. El hombre te nía a su madre viviendo en una lejana localidad y no quería dejar de despedirse de ella. Hizo al rey la petición de que le permitiese partir unos días para visitar a su madre. El monarca puso por condición que un rehén ocupase su lugar mientas permanecía ausente y que, en el supuesto de que no regresase, fuera ejecutado por él. El insurrecto recurrió a su mejor amigo y le pidió que ocupase su puesto. El rey dio u. plazo de siete días para que el rehén fuera ejecutado si en ese tiempo no regresaba el condenado. Pasaron los días. El sexto día se levantó el patíbulo y se anunció la ejecución del rehén para la mañana del día siguiente. El rey preguntó por su estado de ánimo a los carceleros, y estos respondieron: - ¡Oh, majestad! Está verdaderamente tranquilo. Ni por un momento duda de que su amigo volverá. El rey sonrió con escepticismo. Llegó la noche del sexo tía. La tranquilidad y la confian...

El egocentrismo. Para leer

 Cuentos para leer VI. El novelista  Un afanado novelista iba dando un paseo cuando se encontró con un amigo. Durante media hora, sin parar, comenzó a hablar de sí mismo, mientras el amigo escuchaba paciente y educadamente. Hablaba y hablaba sobre sus proyectos, sus éxitos, sus viajes, sus ocupaciones y sus circunstancias. De repente, se detuvo un instante. Miró a su amigo a los ojos y le dijo:  —Bueno, basta ya de hablar de mí. Ahora hablemos de ti. ¿Qué te ha parecido mi última novela?  Soy perfecto  Se encuentran dos amigos que no se veían desde hacía mucho tiempo. Uno le pregunta al otro:  —¿Qué tal estás, amigo mío?  El otro responde:  —Mira, antes tenía un defecto y es que me creía el mejor. Ahora, por fortuna lo he superado y soy perfecto.  La persona egocéntrica está obsesionada consigo misma. El que es muy egoísta solo instrumentaliza su vida para el reforzamiento de su ego, apartándose cada vez más de su esencia. Las relaciones con ...

La tristeza y la furia. Para leer

 Cuentos para leer VI. En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta... En un reino mágico, donde las cosas no tangibles se vuelven concretas..., había una vez un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente. Hasta este estanque, mágico y transparente, se acercaron a bañarse, haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia. Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas, las dos, entraron al estanque. La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún salió del agua. Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró. Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza… Y así, vestida de t...

Creer en sí mismo. Para leer

 Cuentos para leer VI. Un día se enteró de que el joven director del prestigioso ballet de un país de larga tradición en este arte se encontraba en su ciudad, en busca de nuevos talentos. La joven se apuntó con enorme ilusión y, llena de entusiasmo, dio varios pasos de baile en su presencia. Cuando terminó, le preguntó al director del ballet:  —¿Qué le ha parecido? ¿Cree que tengo talento para convertirme en una estrella de la danza?  El director la miró a los ojos y le dijo:  —Lo siento, tú no tienes ningún talento para la danza.  La joven se alejó llorando y tiró sus zapatillas de baile a un cubo de basura en su camino de vuelta a casa.  Los años pasaron y aquella mujer aceptó un trabajo sencillo para poder sobrevivir. Se casó y tuvo dos hijos.  Un día, leyó en el periódico que aquel director que ella conoció años atrás había llegado con su prestigioso ballet para dar una función en su ciudad. Ella acudió entusiasmada y se emocionó al ver la belleza ...

Un clavo en la puerta. Para leer

 Cuentos para leer VI. Tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta. El primer día, el muchacho clavó treinta y siete clavos detrás de la puerta.  Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta. Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.  Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta.  Su padre le tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo:  —Has trabajado duro, hijo mío; pero mira todos esos agujeros en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dej...

Corazón de cebolla. Para leer

Cuentos para leer VI. Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles frutales y toda clase de plantas. Como todos los huertos, era fresco y agradable. Por eso daba gusto sentarse a la sombra de cualquier árbol a contemplar todo aquel verdor y escuchar el canto de los pájaros.  Un buen día, empezaron a crecer unas cebollas especiales. Cada una tenía un color diferente: rojo, amarillo, azul, verde… El caso es que los colores eran tan deslumbrantes que a todos llamaban la atención y quisieron saber la causa de tan misterioso resplandor.  Después de grandes investigaciones lograron descubrir que cada cebolla tenía dentro, en el mismo corazón, una piedra preciosa.  Una tenía una esmeralda, la otra un rubí, la otra un topacio, y así sucesivamente.  ¡Una verdadera maravilla!  Pero, por alguna razón incomprensible, aquello se vio como algo peligroso e intolerable. Total, que las bellísimas cebollas tuvieron que empezar a esconder su íntima piedra preciosa. Pusiero...

El envidioso. Para leer

 Cuentos para leer VI. El pavo real, con la cola desplegada, erguido en un delicioso cuadro de prados verdes, de aguas relucientes y de arbustos, parecía esparcir a su alrededor, bajo los rayos del sol, una lluvia de pedrerías, un rocío de esmeraldas, de zafiros y de oro.  Le rodeaba un espeso círculo de admiradores extasiados, y él gozaba de veras. Pero se le ocurrió a uno de los que allí estaba decir en voz alta que también era muy bonito el faisán dorado. Por cierto, no le quitaba al pavo real nada de su mérito y, sin embargo, se quedó este muy triste, casi como si le hubieran llamado feo. Los envidiosos piensan que el mérito ajeno rebaja el de ellos.