Cuentos para leer VIII-A.
Había una vez una lechera que caminaba muy contenta hacia el mercado. Llevaba sobre su cabeza un cántaro de rica leche y, fantaseaba sobre cuánto dinero le darían por ella y en qué invertiría el dinero -iba diciendo en voz alta la lechera mientras andaba-.
Y después me compraré unas gallinas que pondrán huevos, y de los huevos saldrán unos lindos pollitos. Cuando crezcan, los llevaré al mercado y me darán mucho dinero por ellos. ¡Y más por los gallos!
La lechera seguía soñando y soñando, y no se dio cuenta de que entraba en una zona del terreno con muchas piedras.
– Con el dinero que gane con las gallinas y los huevos, compraré lechones, los más hermosos- seguía diciendo la lechera según caminaba- Y cuando crezcan, los venderé bien en el mercado. Serán los cerdos más sonrosados, y todos los querrán comprar.
Y con ese dinero, también compraré terneros, que engordaré con el mejor pasto. Darán carne tan deliciosa, que en el mercado todos se pelearán por ellos.
Y, por supuesto, me compraré los mejores vestidos, perfumes muy caros y los zapatos más elegantes de la región…
Y tan ensimismada estaba la lechera con sus pensamientos, que no vio una piedra en mitad del camino, y tropezó con ella. El cántaro de leche se cayó, y con él, la leche, y todos sus sueños…
En un segundo todas sus ilusiones se desvanecieron: adiós granja nueva, adiós pollitos, adiós lechones y adiós terneritos. Y la muchacha se lamentaba, llorando, de haber sido tan poco cuidadosa.
«Si fantaseas demasiado con lo que vendrá, un descuido te podrá hacer perder lo único que ahora tienes».
Reflexiones.
Los valores que esta fábula de Samaniego transmite son:
- El valor de la prudencia.
- Y por qué debemos usar el sentido común sin perder la capacidad de soñar.
Es bueno soñar, pero sin ‘perder el norte’. Soñar es fabuloso, sobre todo, porque nos ayuda a ilusionarnos y a seguir luchando por nuestro objetivo. Pero soñar demasiado puede hacernos tropezar, como le pasó a la lechera. Al fantasear, perdemos la concentración en lo que estamos haciendo, y somos, por lo tanto, más vulnerables.
Hacer planes de futuro sí, pero un futuro no muy lejano y sin olvidarnos de que hay que vivir el presente. No esperes demasiado del futuro si te ausentas del presente. Lo mejor es ir poco a poco y vivir el momento para hacer lentamente planes de futuro. Podemos tener nuestros sueños, pero no debemos olvidar usar el sentido común y sobre todo la prudencia para no estropear nada por el camino.
Una pequeña distracción es más que suficiente para tirar por el suelo todos nuestros sueños de futuro. Por eso es tan importante la atención y la concentración en lo que se hace. Si mantienes tu objetivo en mente y vigilas todos los peligros que pueden estropearlos, tendrás muchas más posibilidades de alcanzarlos.
¡Feliz día!