Cuentos para leer II-A. Se acercó un día una presumida y vanidosa urraca a una mona y le dijo: – Oye, mona, ¿sabes todas las joyas y alhajas que guardo en mi escondite? Sin duda, soy la más rica. Si quieres, ven conmigo y te lo enseño. La mona, por no hacer un desprecio a la urraca, decidió seguirla. Llegaron hasta un árbol con un profundo agujero, y una a una, la urraca fue sacando de su escondite todo tipo de joyas: collares de perlas, anillos de piedras preciosas, cadenas de oro… Todo muy brillante y por supuesto, espectacular. Al final consiguió formar un buen montón de alhajas. – ¡Fíjate qué gran tesoro! ¿No me envidias? - preguntó la urraca a la mona. – ¿Envidiarte yo por esto? Y para qué quieres tanto lujo si no vas a utilizarlo. Mira, yo no acumulo joyas, sino que tengo una buena mandíbula para comer lo que necesito, y una despensa con las mejores provisiones: cacahuetes, avellanas, pan… De todo esto voy rellenando y vigilo bien para que nunca me f...