Cuentos para leer II-A.
Cuentan que un día, el mejor arquero del mundo, recibió la visita de un joven que deseaba convertirse en un arquero tan bueno como él.
– Maestro- le dijo- ¿Qué puedo hacer para convertirme en el mejor arquero del mundo?
El hombre, ya mayor, le dijo:
– En el momento en el que consigas llegar a la luna con una de tus flechas, te habrás convertido en el mejor arquero del planeta, ya que todos se asombrarán ante tal logro.
El joven arquero agachó la cabeza y asintió, aunque un poco preocupado… ¿cómo conseguiría llegar con una de sus flechas hasta tan lejos? Sin embargo, lejos de asimilar su derrota, el joven arquero comenzó a practicar con su arco cada noche.
Disparaba desde lo alto de una colina a la luna cada día. A la luna llena, crecida o menguante. Todos le observaban entre obnubilados y burlones. Comenzaron a llamarle ‘el loco de la luna’.
Pero él no se rendía, y seguía cada noche disparando a la luna. Años después, regresó a la casa del maestro y le dijo:
– Lo intenté, Maestro, pero ninguna de mis flechas consiguió llegar a la luna… he fracasado.
Pero el anciano le respondió:
– Ahora sí, ahora te convertiste en el mejor arquero del mundo. Prueba tu destreza a la luz del día y comprobarás que eres imbatible.
Y fue entonces cuando el arquero se dio cuenta de que efectivamente, su esfuerzo y perseverancia, su práctica constante en medio de la noche, le habían convertido sin darse cuenta en el arquero con mayor precisión de todo el planeta.
Reflexiones.
Esta fábula nos hace reflexionar acerca de:
Los tres ingredientes básicos para lograr una meta son la ilusión, el esfuerzo y la perseverancia. Sin ellos, es difícil que consigamos nuestras metas. Al igual que el arquero, necesitamos de una gran motivación, una ilusión que sea como el alimento de nuestro cuerpo y nuestras emociones. Algo que realmente deseemos conseguir con todas nuestras fuerzas. Y a ese alimento le debemos añadir esfuerzo, porque nadie regala nada y todo lo que se consigue, precisa de cierto esfuerzo y trabajo.
Pero no se trata de un esfuerzo puntual, no. Se trata de perseverancia, de tenacidad, de cierta ‘terquedad’ con nosotros mismos. Ese ‘lo voy a conseguir, aunque me lleve mucho tiempo’. Y esa constancia, junto con el esfuerzo mantenido y la ilusión imperturbable, conseguirán el triunfo.
La paciencia es una valiosa virtud, muchas personas abandonan a medias un proyecto por falta de paciencia. Quieren saborear los resultados enseguida, sin darse cuenta de que hay frutos que precisan de mucho más tiempo de maduración. Piensa en cada proyecto que estás alimentando a las raíces y que ahora no, pero más tarde, en el momento que menos te lo esperes, la planta crecerá y dará sus frutos. Quien sepa esperar, recogerá los frutos.
A veces los resultados no llegan cuando nosotros deseamos, pero llegan.
El miedo que nos paraliza, no nos sirve, recuerda quien la sigue… la consigue.