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Los tres músicos. Para leer.

Cuentos para leer VII-B.

Había una vez tres músicos que eran amigos: un violinista, un trompetista y un flautista. De todos ellos, el violinista era el que más culto. El trompetista también tenía bastante experiencia y el flautista era el más joven, pero a la vez el más pícaro e ingenioso de todos. 

Un día llegaron a un pueblo en donde existía, según les habían contado, un castillo oculto lleno de tesoros y en donde dormía una bella princesa que había sido hechizada por un brujo. 


Los músicos decidieron probar suerte y encaminarse al castillo para hacerse con las riquezas que supuestamente encerraba. 

El primero en ir fue el violinista, ya que era el más mayor y decía tener más conocimientos de todo. Cuando llegó al castillo, se encontró con que estaba vacío. Recorrió sus estancias sin hallar ningún tesoro y al fin se sentó a la mesa de la cocina. Y como tenía hambre, se sirvió un poco de carne que encontró en la lumbre. 

En ese momento apareció en la sala un enano con una larga barba gris y se sentó a su lado. Se sirvió carne y de pronto se le cayó un trozo al suelo. 

– Por favor- le dijo al violinista- ¿puedes coger la carne que se me ha caído? 

Y el violinista, que no sospechó nada malo, se agachó para recogerla. Fue entonces cuando el enano aprovechó para saltar encima y echarle de allí a base de golpes. 

El violinista, muerto de miedo, se fue de ese lugar sin pasar siquiera por la casa en donde esperaban sus compañeros. 

Como tardaba mucho en volver, el trompetista se ofreció a ir al castillo y corrió la misma suerte que su amigo. 

El flautista al cabo de un buen rato salió en busca del castillo. Al sentarse en la mesa de la cocina y aparecer el enano a su lado, comenzó a sospechar de él. Se fijó en su larga barba gris y pensó:

– ‘Qué extraño… no parece tan mayor para tener esa barba’. 

Así que, cuando el enano hizo el truco de la carne, el joven, en lugar de agacharse para recogerla, se dio cuenta de que era una trampa, y con ayuda de un cuchillo, cortó la barba del enano. 

– ¡Mi barba! ¡Devuélvemela! - gritó el enano espantado.

– Vaya… ¿por qué le tienes tanto aprecio a tu barba? ¿No será porque aquí se encierra toda tu fuerza? – respondió el flautista- Está bien, hagamos un trato: yo te devolveré la barba si me llevas al lugar en donde tienes guardados los tesoros y en donde se encuentre la princesa. 

El enano, a regañadientes, buscó una varita mágica y pidió al flautista que le siguiera. Salieron del castillo y a la vuelta se encontraron con un caudaloso río. El enano alzó la varita y el agua se retiró, dejando al descubierto un precioso castillo. Entraron y el enano le llevó hasta el sótano para que pudiera ver todos los sacos que guardaba repleto de monedas y joyas. 

Después subieron a la estancia superior, y el flautista se encontró entonces con una hermosa princesa durmiente. Sobre ella colgaba una jaula de oro con un pájaro dentro. 

– Debes deshacerte del pájaro, pues es quien mantiene a la princesa hechizada- dijo el enano. 

Entonces, el joven liberó al pájaro y la princesa se despertó. 

– Ya he cumplido con mi parte del trato- dijo entonces el enano- Ahora, devuélveme la barba. 

– Lo haré después de que nos acompañes al otro lado… no me fío de ti- dijo el joven. 

Y a pesar del enfado, el enano les guio de nuevo hasta el río. 

– Espera- dijo el flautista- Deja que sea yo el que aparte las aguas. 

Tomó la varita y al alzarla, hizo que las aguas se retiraran. El enano comenzó a cruzar el río, pensando que el resto le seguía, pero al darse la vuelta comprobó que no era así. El joven hizo juntarse a las aguas de nuevo y el enano se quedó en el otro extremo, sin barba y sin varita.

Reflexiones.

Este cuento nos sirve para reflexionar sobre estos temas: 

· El valor de la prudencia.
· Cómo resolver problemas mediante el ingenio. 
· La desconfianza hacia los desconocidos. 
· Cómo nos afecta la soberbia. 

No te fíes de los desconocidos y de sus aparentemente buenas intenciones y si te encuentras en algún apuro, agudiza el ingenio.

Sospecha de lo que no conoces: está claro que no podemos dudar de todo el mundo, pero un ligero estado de alerta ante los desconocidos nunca está de más. Puede evitarnos muchos problemas y disgustos. De hecho, gracias a este sentido de prudencia y desconfianza, el flautista consiguió librarse de la paliza que el enano propinó a los otros dos músicos, mucho más fanfarrones que él, y que terminaron recibiendo una lección. 

La fanfarronería nos lleva a bajar la guardia: los dos músicos más expertos y cultos salieron del castillo del enano escarmentados. La sabiduría no nos libra de caer en errores, pero sí la prudencia, la picardía y el ingenio, tal y como se demuestra con esta historia. Cuidado con la soberbia, que nos ciega y nos impide ver el peligro. 

El ingenio es el mejor recurso para resolver problemas. el enano tenía un secreto, y este era su barba. Su fuerza residía en esa larga barba gris y la perspicacia del joven músico logró que se diera cuenta. Después usó algo realmente mágico para salir del apuro: el ingenio. Sabía que el enano haría todo lo que le pidiera a cambio de la barba, ya que era vanidoso. Así que lo usó como herramienta de cambio para conseguir el tesoro y para poder deshacer el hechizo de la princesa. 

¡Feliz día!

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