Cuentos para leer VII-B.
Dos cabras paseaban por un monte dividido por un río. Ambas habían dejado sus rebaños porque querían explorar mundo. Solo que una de las cabras estaba a un lado del río y la otra justo en el lado contrario.
El río podía cruzarse por un tronco que lo atravesaba de parte a parte. Este tronco unía las dos colinas.
Las dos cabras decidieron pasar al mismo tiempo por el viejo tronco, con la mala fortuna de encontrarse justo en el medio. Entonces, se miraron desafiantes:
– ¡Aparta de mi camino, cabra! ¡Tengo que pasar y yo soy más fuerte! – dijo una de las cabras.
– ¿Por qué tengo que apartarme yo? - contestó impasible la otra cabra- No eres más fuerte. Ni por supuesto, tampoco eres más terca que yo.
– Si no te apartas, no podremos pasar ninguna- Le dijo entonces la primera cabra.
– Pues por eso, lo mismo digo, así que más vale que te apartes de mi camino– contestó testaruda la otra cabra.
– Te he dicho que no… ¡déjame pasar!
– ¡Pasaré yo antes!
– ¡Que no!
– ¡Aparta ya de una vez!
– No y no. Aparta tú.
Así estuvieron un buen rato las dos cabras testarudas, sin ceder ninguna de ellas ni un poquito. Al final, cansadas, las dos intentaron pasar a la fuerza, golpeando a la otra con los cuernos. Y como las dos tenían la misma fuerza, acabaron cayendo al río.
Las cabras fueron arrastradas por la corriente del río y nunca nadie más las volvió a ver.
Reflexiones.
Esta bonita fábula ‘Las dos cabras’ de Esopo nos recuerda por qué en algunos momentos es mejor ceder antes de dejarnos llevar por la testarudez.
También nos invita a pensar en por qué debemos buscar soluciones de forma pacífica y en algunos momentos olvidar el orgullo a expensas de conseguir un objetivo. El orgullo y la terquedad a veces son obstáculos que al final no nos aportan ningún beneficio.
También puedes pensar sobre:
- Por qué no debemos dejarnos llevar por la terquedad.
- La importancia de aprender a solucionar los problemas de forma pacífica.
- A veces ceder no es perder, sino ganar.
- Por qué el orgullo puede ser tan perjudicial.
- La importancia que tiene el valor de la humildad.
Tendemos a pensar que tenemos la razón y que debemos permanecer firmes hasta el final. Y sí, en cierta manera debemos defender nuestra postura, pero con ciertos límites, ya que una retirada a tiempo, puede ser una victoria, y, a veces, hay que dar un paso atrás y que eso no significa una derrota.
No te dejes llevar por la soberbia ni la testarudez como les pasó a las cabras de esta fábula, escucha, dialoga y si es necesario, cede. No pierdas de vista el objetivo y busca todas las posibilidades posibles para alcanzarlo, no dejes que el orgullo se convierta en tu peor enemigo.
Recuerda, más vale ceder en el momento justo, antes de acabar perdiendo una gran oportunidad. La terquedad no es buena consejera.
¡Feliz día!