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La novia cadáver. Para leer.

Cuentos para leer V-B.

Cuentan que hace mucho tiempo, un joven judío, de un pequeño pueblo ruso, emprendió un viaje junto a su mejor amigo hacia un pueblo cercano, en donde debía casarse con su prometida. El joven estaba feliz y llevaba en el bolsillo un precioso anillo de boda. En dos días, estarían allí y al fin podría casarse con su novia.

Los dos amigos decidieron hacer noche junto a un río. Era verano y no hacía frío. Allí comenzaron a cantar y a divertirse. Y de pronto vieron en el suelo un extraño palo con forma de dedo huesudo. 

– ¡Mira! ¡El dedo de tu novia! - dijo el amigo del novio- ¡Ja, ja, ja! ¡Podías ensayar el enlace! 

Y siguiendo el juego, el novio sacó del bolsillo el anillo de oro y se lo puso al palo huesudo, al tiempo que recitaba los votos matrimoniales. Después danzó alrededor del dedo como si estuviera festejando el enlace. Y terminó por completar todos los votos nupciales. Los dos amigos reían y cantaban… hasta que sintieron temblar el suelo bajo sus pies. 

De la tierra surgió entonces un esqueleto de mujer, con algunos jirones de piel, cubierto por un viejo vestido blanco de novia. 

– ¡Me desposaste! - dijo la calavera al tiempo que mostraba orgullosa su huesudo dedo con el anillo de boda puesto. 

Los dos jóvenes estaban mudos del terror. No podían dejar de mirar aquel espectro mitad humana mitad esqueleto, con su vestido salpicado de perlas y cubierto por telas de araña y algún gusano.

– Exijo como recién casada que selle nuestra unión con los derechos que me corresponden- dijo entonces con voz amenazante y una pícara mueca que intentaba simular una sonrisa. 

Los jóvenes entonces se miraron y empezaron a correr, intentando huir de aquella pesadilla. Llegaron al pueblo al amanecer y el novio fue derecho a la iglesia. 

– ¡Rabino, rabino! - gritaba el chico. 

El rabino salió enseguida. 

– ¿Qué pasa? ¿A qué vienen esos gritos? 

– ¡Tiene que ayudarme! Necesito saber si puede darse una unión matrimonial entre un humano y una… bueno, una… muerta. O más bien, una semi-muerta…

– ¿Cómo dices? – preguntó algo perplejo el rabino. 


– Sí, si se ha colocado un anillo en la mano de un esqueleto, se han hecho todos los votos matrimoniales y se ha celebrado todo el ritual de boda… Y ahora el esqueleto exige, bueno, sus derechos de esposa. ¿Sería una boda válida? Eso es lo que necesito saber.

– Pero chico, ¡qué cosas preguntas! No sé… tendría que consultar al resto de rabinos. 

En ese momento se abrió la puerta de la iglesia y entró ceremoniosamente la novia cadáver, con su anillo, su vestido hecho jirones y los restos de un velo de tul rasgado. El rabino la miraba con los ojos desencajados. 

– ¡Es ella! - dijo señalando a la novia cadáver. 

– Sí, yo soy la esposa de este joven. Él se ha casado conmigo y ahora exigo lo que me pertenece. 

– Vaya… sin duda es un caso complejo. Debo consultar con el resto de rabinos- dijo tartamudeando el rabino. 

Y después de que abandonara la capilla, llegó exaltada la novia del joven. 

– ¿Qué pasa? ¿Qué es todo este revuelo? - dijo. 

Entonces se fijó en la novia cadáver y en el anillo que iba a ser para ella. 

– ¿Qué es esto?- volvió a preguntar-. ¡Oh, no! ¡Has arruinado mi vida! ¡Ya no podré casarme! 

Y entraron los rabinos, con semblante serio. Allí estaban todos, expectantes: el novio, la novia, la novia cadáver y el amigo del novio. 

– Bien- dijo uno de los rabinos- Hemos llegado a la siguiente conclusión: desde que colocaste el anillo de boda en la mano de la novia cadáver y seguiste todo el ritual nupcial, te casaste con ella. 

La novia cadáver dio un salto de felicidad. 

– Sin embargo- añadió otro de los rabinos- No podemos aceptar que los muertos reclamen nada a los vivos. 

– ¡No! - gritó espantada la novia cadáver- ¡Se esfuma al fin mi única oportunidad de casarme! ¡Ya nunca podré hacerlo! 

Y la novia cadáver cayó desvanecida sobre el suelo, en un montoncito de huesos. La otra novia, conmovida, se acercó a ella y le dijo, sosteniéndola entre sus brazos: 

– No sufras. Estarás presente en mi matrimonio, y mis hijos serán tus hijos. Y mis nietos serán tus nietos. Y hablaremos de ti a todos para que permanezcas viva por siempre. 

Diciendo esto, la llevó hasta la orilla del río, cavó un agujero y enterró con delicadeza a la novia cadáver. Su calavera sonreía y parecía feliz. Como si supiera que su deseo al fin se fuera a hacer realidad. 

Cubrió con tierra su sepultura y la decoró con flores silvestres. Y desde entonces, su historia permanece fresca, porque sus hijos y los hijos de sus hijos, se encargaron de que nunca se olvidara, en recuerdo de aquel hermoso gesto de caridad. 

Reflexiones.

Con este relato de origen ruso, ‘La novia cadáver’, puedes reflexionar acerca de: 
  • La caridad. 
  • El compromiso. 
  • Las imprudencias. 
  • El valor de la empatía. 
Cuidado con los compromisos que tomamos ‘a la ligera’. Hay cosas con las que no se puede bromear, como es la felicidad de una persona. 

Mientras que los jóvenes que se habían divertido estaban muertos de miedo por la idea de tener que cargar con las consecuencias de un ‘error’ inocente, la única persona que se dio cuenta del dolor por el que pasaba la novia cadáver fue la otra novia. Fue la única que se puso en su lugar y sintió su sufrimiento, esa terrible sensación de no poder lograr la felicidad y el sueño por el que se había ilusionado hacía apenas unas horas. Es esa terrible frustración que genera el hecho de estar a punto de rozar lo que ansías y perderlo en el último momento. Esa sensación de perder la última oportunidad. La novia fue compasiva con la novia cadáver y consiguió que al menos muriera en paz, feliz, con la seguridad de que su felicidad se prolongaría en el tiempo gracias a la bondad de la joven. Fue la empatía hacia la novia cadáver lo que llevó a la joven buscar la felicidad última del esqueleto.

¡Feliz día!

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