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La historia del tejedor de dos cabezas. Para leer.

Cuentos para leer II-B.


Un humilde tejedor sobrevivía gracias a las telas que conseguía elaborar en su telar. Este hombre se llamaba Mantharaka, que significa ‘hombre simple’. Un día, una de partes del telar se quebró. 

– ¡Vaya! ¡Tendré que salir al bosque a por madera para repararlo! - pensó el hombre. 

Caminó bastante hasta encontrar un robusto árbol. 


– ¡Este árbol es fantástico! Lo cortaré y con su madera podré reparar mi telar. 

Pero en el árbol vivía un espíritu que, alarmado al escucharle, dijo: 

– ¡Espera! No cortes el árbol. Es mi hogar desde hace cientos de años… No puedes echarme de aquí…

– Pero necesito la madera o mi mujer y yo moriremos de hambre. No podré trabajar si no reparo mi telar- respondió él. 

– Te entiendo, pero no puedo abandonar el árbol… Te daré lo que quieras. Pide lo que sea y te lo concederé, a cambio de que me dejes seguir viviendo aquí. 

– Bueno, eso suena interesante, pero no sé bien qué pedir… ¿Puedo consultarlo y volver en un rato? 

– Claro, aquí te espero- dijo entonces el espíritu. 

El tejedor estaba indeciso, así que fue en busca de su mejor amigo, el barbero, y le contó la historia. 

– Hombre, no lo dudes más… ¡debes pedir un reino! Tú serás el rey y yo, tu primer ministro. Se nos acabaron las penurias y la miseria…

– No me parece mala idea- dijo el tejedor- Pero antes debo consultar también con mi mujer. 

- ¡No! ¡No seas loco! Nunca te fíes de una mujer, que seguramente pida algo que le convenga a sí misma… Yo que tú no preguntaría a nadie más que a tu mejor amigo. Un reino es todo lo que necesitas. Serás respetado y podrás ayudar a tu gente a prosperar. 

– Aun así, debo consultarla… no me parece bien no hacerlo- dijo él. 

El tejedor llegó a su casa. La mujer, tras escuchar su historia, dijo: 

– Ni hablar, nada de reinos. Los reyes luego tienen muchos problemas… ¡y guerras que librar! No es buena idea. Mejor pensemos en algo que nos permita ganar mucho más dinero mediante tu trabajo. Ahora mismo tejes solo una tela a la hora porque tienes dos brazos y una cabeza… pero si pidieras al espíritu dos brazos y otra cabeza más, producirías el doble de telas y ganaríamos mucho dinero.

– Vaya, ¡en verdad eres sabia, mujer! Eso pediré. 

El tejedor regresó hasta el árbol del bosque y dijo: 

– Ya sé lo que deseo, espíritu. Quiero dos brazos más y otra cabeza para poder trabajar el doble. 

Dicho y hecho. Mantharaka vio de pronto que tenía dos brazos nuevos y una cabeza que miraba hacia atrás. Pero de regreso a su casa, se cruzó con un grupo de hombres del pueblo. Al verlo, pensaron que el demonio. 

– ¡Qué ser más horrible! ¡Tiene dos cabezas y cuatro brazos! ¡Acabemos con él! - gritaron. 

Y entre todos, dieron muerte al que creían el ‘demonio’, que no era más que el humilde tejedor. Por eso se dice, que el que no es capaz de pensar por sí mismo y no sabe seguir los consejos de los buenos amigos, se enfrentará a la desgracia. 

Reflexiones.

Es cuento hindú del Panchatantra El tejedor de dos cabezas nos hace penar sobre: La confianza y seguridad en uno mismo. 
El valor de la amistad y la confianza que conlleva. 
Los consejos interesados y egoístas. 
La caridad. 

Ojalá fuéramos capaces de detectar siempre los consejos que no nos hacen ningún bien… pero muchas veces caemos en la trampa de confiar demasiado en los demás y no escuchar nuestra propia voz interior, que nunca nos va a mentir.

Piensa por ti mismo: La falta de confianza en uno mismo nos lleva muchas veces a dudar constantemente y a pedir consejos a los demás. Pero esto implica un riesgo, y es que podemos ser engañados. No todos nos dirán lo que más nos conviene, sino lo que desean ellos mismos, lo que puede beneficiarles. En el caso del tejedor de dos cabezas, la mujer pensó la forma de enriquecerse, a costa del mal que podía ocasionar en su marido, que no solo tendría que trabajar el doble, sino que, además, tendría que cambiar su aspecto físico y arriesgarse a parecer un monstruo. Si el tejedor hubiera tenido la suficiente autoestima, se habría dado cuenta de que el consejo de su mujer le podía dañar irreparablemente. Toma tus propias decisiones importantes, sin dejarte influir por los demás.

También podemos reflexionar sobre:

Los amigos y sus buenos consejos: En este cuento quien realmente da un buen consejo al tejedor es el barbero, su mejor amigo. Sí, también piensa en él, pero, sobre todo, en su propio amigo y sus intereses. 

La falsa caridad: El espíritu que vivía en el árbol que el tejedor se disponía a cortar pidió caridad al hombre, y él se la concedió, pero no de forma desinteresada. Recibiría algo a cambio. Eso no es generosidad ni caridad, sino interés. No recibe gratitud, sino un ‘pago’, que muchas veces termina volviéndose en nuestra contra. De eso se encarga el llamado ‘karma’. Cada uno recibe lo que da…

Recuerda que la falta de autoestima nos lleva a dudar constantemente y nos convertimos en ‘blancos’ fáciles ante los aprovechados.


¡Feliz día!

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