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La bella durmiente. Para leer.

Cuentos para leer VI-B.

Cuentan que hace mucho tiempo, un rey y una reina buscaban tener descendencia, pero no conseguían tener un hijo. Así que ambos estaban muy tristes, hasta que un día, una rana asomó la cabeza y al ver a la reina asomada a su estanque, le dijo:

– No os preocupéis, mi reina. En un año daréis a luz a una hermosa niña. 

Los pronósticos de la extraña rana se cumplieron, y un año después, la reina dio a luz a una preciosa niña, a la que pusieron de nombre Aurora, ya que para ellos era como un rayo de luz de la mañana. 

El rey estaba tan contento, que organizó una gran fiesta para dar la bienvenida a su hija. Y además de invitar a la familia y todos sus amigos, también decidió invitar a todas las hadas del bosque. En total eran trece, pero como solo tenía doce platos de oro, una de ellas se quedó sin invitación. 


Durante la magnífica fiesta, las hadas fueron regalando a la niña maravillosos dones: 

– Serás la más hermosa de las criaturas- dijo una. 

– Y también la más bondadosa- dijo otra.

– Yo te concedo el don de la empatía, y tu corazón será noble y puro- añadió la tercera. 

– Cantarás como los ruiseñores- dijo el cuarto hada. 

– Y bailarás como el viento entre las hojas- añadió otro hada. 

Y así, una tras otra, fueron concediendo a la pequeña maravillosas virtudes. Hasta llegar al último hada. Justo cuando alzaba su varita para conceder el último regalo, se abrieron las ventanas de la estancia de golpe, y un frío viento llenó la habitación. Los reyes sintieron un escalofrío, y en medio de un torbellino apareció el hada al que no habían invitado, con el rostro rojo por la ira. 

– ¡Cómo habéis podido osar en no invitarme a esta fiesta! - dijo con voz seca y profunda el hada enfurecida-. Yo también tengo un regalo para esta linda niña… Cuando cumplas los 18 años, te pincharás el dedo con un huso y morirás… ¡¡¡jajaja!! 

La tenebrosa risa del hada hizo temblar hasta los cristales de la ventana. Todos dieron un grito de espanto, y el hada se esfumó igual que llegó.

– ¡Oh! ¡No! -lloraba la reina- ¡Mi pobre pequeña! ¡Decidme que podéis hacer algo, hadas bondadosas! 

Entonces, el hada que aún no había concedido su regalo a la niña, se acercó a la reina y le dijo: 

– Majestad, no puedo anular el hechizo, pero sí transformarlo-. Y diciendo esto, levantó su varita y dijo: – Cuando cumplas 18 años y te pinches el dedo con un huso, no morirás, sino que caerás en un profundo sueño, junto con toda la corte, que durará 100 años. Después, despertarás. 


Desde aquel día, los reyes hicieron todo lo posible por evitar que se cumpliera aquel maleficio. De hecho, ordenaron quemar todos los husos de la región, y vigilaban a su pequeña constantemente. Pero los años pasaron, y la pequeña Aurora se convirtió en una hermosa y bondadosa joven, que todos los príncipes deseaban conocer. 

El día en el que Aurora cumplía los 18 años, y a pesar de que sus padres intentaron vigilarla, la joven, movida por la curiosidad, subió la escalera de caracol del castillo hacia un lugar que aún no había visitado. Entonces descubrió una pequeña habitación en donde una anciana estaba tejiendo. 

– Buenos días- saludó Aurora a la anciana- ¿qué hacéis aquí sola? 

– Estoy tejiendo– contestó con dulzura la mujer. 

– Qué extraño artilugio. No lo había visto nunca. ¿Puedo acercarme para verlo mejor? 

– Claro, por supuesto- contentó maliciosa la anciana- Ven, alarga la mano y toca esta rueda de aquí… 

Y Aurora, que además era muy obediente, hizo lo que la mujer le ordenó. Al tocar el huso, se pinchó el dedo y cayó fulminada en un profundo sueño. La anciana río, creyendo que había muerto, y desapareció sin darse cuenta de que en realidad no estaba muerta, sino dormida. 

Los reyes, al descubrir lo que había pasado, tuvieron tiempo de llevar a su hija a su alcoba antes de caer ellos también en un profundo y largo sueño. Toda la corte siguió a los reyes, y hasta los animales. Todos se durmieron: los cocineros, las amas de llaves, los caballos, los consejeros ... Y el castillo comenzó a cubrirse lentamente con unas zarzas llenas de espinas que con los años lograron ocultarlo de los ojos de la gente. 

Pasaron muchos años, y aunque el bosque cubría el castillo, la historia de la bella durmiente (como llamaban en aquel lugar a Aurora) era muy famosa. De hecho, muchos príncipes intentaron llegar al castillo para comprobar si podía liberar a la joven del encantamiento, pero murieron en el intento, puesto que no se podía atravesar ese inmenso muro de espinos. 

Llegar hasta el castillo era muy peligroso. Y aun así, justo cuando ya habían pasado cien años, un príncipe que pasaba cerca le preguntó a un anciano por la extraña historia de la bella durmiente. 

– Sí, es verdad- le dijo entonces- Existe esa hermosa princesa, pero ningún caballero ha conseguido atravesar el muro de espinos que ocultan su castillo. Desde luego, quien lo consiga, tendrá la suerte de conocer a la más hermosa y virtuosa de las princesas. Eso dicen y yo lo creo. 


– Pues yo la conoceré en persona- dijo entonces el príncipe. 

– ¡Pero todos han muerto en el intento! ¡Es muy peligroso! - recordó el anciano. 

– No me importa, no le tengo miedo a la muerte- dijo entonces el príncipe. 

El joven comenzó a adentrarse en el bosque, y se topó con las primeras zarzas de espinos. Aun así, sacó su espada y comenzó a cortarlos, a pesar de que muchos de ellos se clavaban en su espalda y sus brazos. Y cuando ya pensaba que iba a ser realmente difícil salir de allí, de pronto las zarzas comenzaron a retirarse, lentamente, abriendo el camino para que pudiera seguir avanzando hacia el castillo. 

Habían pasado justo 100 años y el maleficio llegaba a su fin. El príncipe tuvo la suerte de llegar hasta el castillo sin mayor problema. Se sorprendió mucho al ver a todas las personas durmiendo, tan tranquilas. El cocinero descansaba junto a una olla… Una sirvienta permanecía tumbada con el plumero en la mano. Todos vestían con trajes lujosos pero muy antiguos. 

En la sala del trono, los reyes también dormían. Y al subir unas escaleras de piedra, llegó hasta la alcoba de Aurora. Jamás había visto a una mujer tan hermosa, y sintió deseos inmensos de besarla. Al hacerlo, la joven abrió los ojos y despertó de su letargo. Lo mismo hicieron entonces todos los demás: sus padres y toda la corte, junto con los animales, despertaron lentamente de su plácido sueño. 

Con el tiempo, Aurora y el príncipe se casaron y fueron muy felices para siempre. 



Reflexiones.

Este cuento clásico, ‘La bella durmiente’, nos ayuda a reflexionar sobre estos valores: 

· El valor de la humildad. 
· El coraje. 
· El valor de la prudencia

Cuidado con el daño que provocas en los demás: Desde luego, si hay 13 hadas no se puede invitar a 12. Los reyes hicieron algo mal y pagaron las consecuencias. En ‘La bella durmiente’ el daño que causaron con su desprecio a una de las hadas fue el origen de su castigo. Cierto que ella podría haber sido más comprensiva y haberles perdonado, pero es que con su decisión encendieron en ella la ira y la sed de venganza. 

Todo mal se puede contrarrestar con el bien: Las hadas presentes en la fiesta no podían anular el mal que había predestinado para Aurora el hada enfadada, pero sí podían suavizarlo. El bien es capaz de restar fuerza a un acto de maldad. Sin duda, la mejor forma de lucha contra el mal es usando el bien. 

El coraje y la valentía obtienen su recompensa: El príncipe que tuvo la suerte de llegar al castillo cuando estaba a punto de romperse el hechizo demostró su valentía y determinación al seguir creyendo en que podría llegar hasta el castillo a pesar de todas las advertencias. Al final su actitud valiente fue recompensada y consiguió casarse con Aurora. 

¡Feliz día!

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