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El rey glotón y los ratones. Para leer.

Cuentos para Leer II-B

Había una vez un rey muy glotón al que le gustaba mucho el dulce. Había contratado al mejor chef de repostería de todos los reinos, y cada día le pedía un dulce nuevo, más sabroso aún que el que hizo el día anterior.

El chef estaba un poco cansado y comenzaba a quedarse sin ideas, así que decidió hacer un dulce que el monarca nunca pudiera olvidar. Estaba hecho de queso y azúcar, miel y muchos otros ingredientes deliciosos que despedían un olor totalmente embriagador.


El monarca quedó encantado y sorprendido por esa tarta tan maravillosa. Pero, al olor del dulce, comenzaron a llegar también ratones de todas partes. La sala se llenó de ratones que trepaban por las mesas y las cortinas… Todos los ratones de todo el reino comenzaron a invadir el castillo.

– ¡Oh! ¡No!- gritó desesperado el rey- ¡Rápido, consejeros!, ¿qué hacemos?

– Señor- dijo uno de los consejeros- Traigamos gatos y acabarán con los ratones.

– Buena idea- dijo el monarca.

Entonces, trajeron gatos de todas partes para que asustaran a los ratones. Pero entonces el castillo se llenó de gatos, que comenzaron a arañar todo y a ronronear de forma molesta por todos los rincones.

– ¡Necesitamos librarnos de los gatos!- dijo el rey.

– ¡Perros! ¡Necesitamos perros!– dijo otro de los consejeros.

Y el rey mandó traer decenas de perros que comenzaron a correr de forma alocada por todo el castillo, espantando a los gatos.

– No podemos dejar aquí a tantos perros- dijo entonces el rey- No dejan de hacer sus necesidades sin control por todas las estancias.

– Señor- dijo entonces otro consejero- Lo perros temen a los tigres. Traigamos tigres.

Y el castillo se llenó de tigres. Pero imaginad el peligro que eso suponía. Ninguno se atrevía a moverse lo más mínimo…

– Rápido, consejeros- dijo el rey- Necesitamos librarnos de los tigres.

– Alteza- dijo un consejero- Traigamos elefantes. A los tigres les da mucho miedo los elefantes.

Y el castillo se llenó de elefantes. Pero eran tan grandes, que apenas quedaba espacio para las personas.

– Tenemos que echar a los elefantes– dijo el monarca.

– Entonces debemos traer ratones… porque a los elefantes les aterran los ratones.

Y el castillo se volvió a llenar de ratones, tal y como estaba al principio. El rey se lamentaba y movía de un lado a otro la cabeza pensando:

– La culpa en realidad la tengo yo, por glotón, que mandé traer un dulce tan irresistible… – y diciendo esto, miró la tarta. 

Y el rey se dio cuenta de que la solución a su problema la había tenido él mismo muy cerca.

Reflexiones.

Este cuento está basado en la historia que el escritor indio Prem Rawat incluye en su libro ‘Cuando el desierto florece’, es fantástico para todas las edades, desde un niño hasta un adulto. Nos ayuda a reflexionar sobre la forma en la que nos enfrentamos a los problemas: ¿buscas una solución rápida para quitarte de en medio un problema o buscas la raíz del problema para solucionarlo para siempre?.

· A veces la solución al problema requiere de una reflexión profunda: Puede que el problema te moleste tanto que quieras deshacerte de él de forma rápida, sin pensar. Lo primero que se te pasa por la cabeza, y eso es lo que haces. En estos casos nos dejamos llevar por los impulsos y no usamos la razón. Si no encontramos la raíz del problema, no conseguiremos solucionarlo realmente. Solo pondremos ‘un parche’ y el problema seguirá ahí.

· Las soluciones rápidas a veces empeoran la situación: En el caso del rey, al intentar librarse rápidamente del problema, la solución propuesta no hacía más que empeorar aún más la situación. Y, lo que pensaban que podía ser una solución, resultó ser un problema mayor. Al final es cuando se dio cuenta de que la solución la tenía frente a sí todo el tiempo.

«Hasta que no encontremos la raíz del problema, no conseguiremos solucionarlo»

Esta historia es también una metáfora sobre cuál es nuestra actitud ante la vida… ¿Nos enfrentamos a ella mediante impulsos, intentando pasar los días sin más de forma pasajera o bien buscamos disfrutar de cada día en profundidad, recapacitando sobre cada uno de nuestros actos? Efectivamente, esta es una reflexión que va dirigida a los adultos, ya que muchas veces nos dejamos llevar por la ‘vorágine’ de los días tan programados y mecánicos, sin pararnos nunca a pensar qué hacemos bien y qué hacemos mal, o qué hemos aprendido del día y qué hemos aprovechado de él.

¡Feliz día!

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