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El relato africano de Zimba y Flora. Para leer.

 Cuentos para leer III-B.

Vivían en una pequeña aldea de Benín dos hermanas: Zimba y Flora. Eran muy diferentes. Mientras que Flora era respetuosa, atenta con su madre, estudiosa y prudente, Zimba, sin embargo, no quería entender de leyes, normas ni límites. A menudo se escapaba del colegio, desobedecía constantemente a sus padres y paseaba hasta largas horas de la noche por el bosque, a pesar de que su madre le advertía una y otra vez del peligro que eso suponía.

Una noche, Zimba se encaprichó de un baño en el lago. Pidió a su hermana que la acompañara. 


– Ay, me da mucho miedo, hermana- respondió Flora- Madre siempre dice que no debemos ir allí tan tarde… ¿Por qué no lo dejas para mañana a primera hora? 

– No seas miedica y acompáñame. Necesito que me frotes la espalda con jabón. 

Flora era tan buena que al final decidió acompañar a su hermana para ayudarla. Llevaba una toalla y el jabón. Pero Zimba, que iba saltando entre las piedras, llegó antes al lago. Se zambulló, y creyendo que su hermana ya estaba con ella, le pidió que frotara su espalda. 

– Venga, hermanita, deja bien limpia mi espalda.

Notó cómo algo le rozaba la espalda, y al darse la vuelta, creyendo de nuevo que era su hermana, vio ante sí el demonio más horrible que podría imaginar. Negro como la noche y con dos ojos de un rojo intenso como el fuego brillando en medio de la oscuridad. Una risa maléfica le traspasó la sangre. 

Zimba salió del agua, con el corazón desbocado. Corrió y corrió a toda velocidad, presa de pánico, sin mirar, sin pensar. Se iba chocando con los árboles y las piedras. Caía una y otra vez, hasta que perdió el conocimiento tras uno de esos golpes. 

Su hermana Flora la encontró tendida en el suelo y consiguió llevarla hasta su casa. Pero cuando Zimba abrió los ojos, solo podía ver tinieblas. Sus ojos estaban vacíos… Zimba se quedó ciega para siempre. Y los aldeanos de aquel lugar se dieron cuenta del tremendo peligro que suponía acercarse al bosque por la noche, pues era el lugar en donde se escondían los demonios. 


Reflexiones.

Utiliza este cuento corto de Zimba y Flora para reflexionar sobre: 
El karma. 
Por qué debemos obedecer ciertas normas. 
La prudencia. 
Las consecuencias de la desobediencia. 
Las normas tienen una razón de ser. Los límites también. Desobedecerlos implica un riesgo que muchas veces termina en desgracia.

El bosque era peligroso bajo la oscuridad, y la madre de las chicas solo quería protegerlas. A pesar de todos sus intentos, una de sus hijas decidió desobedecer. El resultado, ya lo conocemos… Y es que seguir nuestras propias reglas, ajenos a las ya existentes, desobedecer consejos que buscan protegernos, puede tener fatales consecuencias.

Zimba no solo desobedeció a su madre. Cometió un error aún mayor… el de olvidar por completo la prudencia, ese sentido que a menudo va de la mano del miedo, de un miedo protector que nos protege de los peligros. 

El final de la historia no podría ser más metafórico… Zimba termina ciega, sumida en esa oscuridad que tanto le atraía. La oscuridad, que representa el caos, y el lugar en donde se refugia el peligro y los seres que como Zimba, no entienden de valores. 


¡Feliz día!

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