Cuentos para leer VII-B.
Un león dormía plácidamente la siesta, cuando un ratón juguetón empezó a hacerle cosquillas encima de su cuerpo. El león se despertó enfurecido y le atrapó con rabia. Pero cuando ya estaba a punto de comérselo, el ratón pidió clemencia:
– ¡Espera, león, perdóname! Solo quería jugar, no pretendía molestarte… Si me dejas ir, te recompensaré y te lo pagaré de alguna forma. Puede que algún día me necesites…
Al león le hizo mucha gracia aquella propuesta del humilde ratoncillo, y se echó a reír.
– ¡¡Jajaja!! Eres muy ingenioso, ratoncito. ¿Cómo vas a ayudarme tú a mí? Pero me has caído bien y te dejaré ir.
Y el león perdonó la vida al ratón y dejó que se fuera.
Pocos días después, unos cazadores pusieron una red cerca de la cueva donde vivía el león. La colocaron de tal forma que el rey de la selva no pudo verla, ya que colgaba de un árbol y sus cuerdas estaban camufladas entre las hojas. Así que, justo cuando el león salió a dar un paseo, ¡zas! … ¡la red le atrapó! El pobre león rugía desesperado. ¡No podía liberarse de aquella trampa!
Casualmente el ratoncito al que el león perdonó en su día la vida, pasaba por allí, y al escuchar los rugidos lastimeros del león, acudió a ver qué sucedía.
Al verle atrapado en la red, escaló hasta lo alto de la trampa y comenzó a roer las cuerdas hasta liberar al felino de su trampa.
– Ya ves, - le dijo el ratón al león- te burlabas de mí al pensar que no podría serte de ninguna ayuda, y aquí me tienes… ¿podrías haber escapado sin mí? Por fin habrás comprobado que los ratones somos agradecidos y cumplimos siempre nuestra palabra.
Reflexiones.
Con esta fábula del león y el ratón puedes pensar en estos valores:
- No desestimes nunca la ayuda de nadie, aunque parezca más frágil o pequeño.
- El valor de la humildad. No por ser más grande y fuerte eres más. Nadie es más ni menos que el otro.
- El valor de la sinceridad y la honestidad.
- El valor de la gratitud. El agradecimiento como un valor esencial.
- El valor del perdón y sus recompensas.
Esta fábula corta viene a decirnos que todo acto de bondad recibe al final su recompensa, mediante un gesto de gratitud. También cuando se perdona, como es el caso del león. El león tenía la posibilidad de castigar al ratoncito y al final decidió perdonar su travesura.
El valor de la humildad nos lo recuerda el ratoncito, que aun sabiendo que era un animal con mucha menos fuerza que el león, fue capaz de demostrar su gran valía, haciendo entender al león que no conviene ser prepotente, sino que es mejor ser humilde y ver a los demás como iguales, nunca como seres inferiores o más débiles.
Nunca desprecies las promesas de los pequeños y humildes pero honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.
¡Feliz día!