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El gato con botas. Para leer.

Cuentos para leer VI-B.

Un molinero muy trabajador, decidió repartir su herencia entre sus tres hijos: al más mayor le entregó las tierras para labrar; al segundo, el molino, y al más pequeño, como ya no le quedaba nada, le regaló su querido gato.

Al principio, el hijo menor se disgustó bastante: 

– ¿Pero cómo conseguiré ganarme yo la vida con un gato?- refunfuñaba. 

El joven decidió entonces emigrar a otro país para buscar trabajo. Su idea era ponerse al servicio de algún poderoso noble, pero no sabía cómo conseguirlo. 

Durante su viaje, sin embargo, se dio cuenta de una cosa: su gato era tremendamente astuto. Era capaz de encontrar alimento hasta en los lugares más insospechados, y de escoger el camino adecuado en caso de duda… Era un gato muy inteligente. Y lo mejor de todo… ¡sabía hablar! Se alegró mucho de no haberse deshecho de él. 

A su gato además se le había ocurrido una genial idea: pidió a su amo el sombrero con pluma y sus botas de montar. Se las puso y cazó las mejores liebres y perdices que encontró. Las metió en una bolsa y se encaminó hacia el palacio de aquel reino para ofrecérselas al rey. 

El rey se extrañó mucho de que un gato le llevara ese regalo. Y él respondió:

– Me envía mi amo, el Marqués de Carabás. 

– Vaya, no le conozco. Debe ser espléndido… 

Y el rey se quedó pensativo, recordando el nombre de quién le enviaba aquel presente. El gato, antes de irse, preguntó a los criados reales cuándo iba a acercarse su amo por la ribera del río. Y unos días después, el joven y su gato se acercaron al río. 

– Hazme caso- le dijo el gato a su amo- Entra en el agua y haz como si te estuvieras ahogando. 

Y el joven, que ya no se extrañaba ante las ocurrencias de su gato, le hizo caso. Entonces el gato comenzó a pedir socorro: 

– ¡Auxilio! ¡Mi amo se ahoga! ¡Auxilio!

La carroza se acercó y bajaron el rey y su hija. El rey, por su parte, mandó traer de inmediato ropa seca para el chico: 

– Alteza, soy el Marqués de Carabás. Perdón por presentarme así… una corriente en el río me arrastraba. 

A la princesa le encantó el desparpajo de aquel joven, y se enamoró de él. 


– Subid con nosotros a la carroza, Marqués, no vamos a dejaros aquí en medio de la nada- le propuso el rey. 

Y el joven subió con ellos, mientras su gato le guiñaba un ojo. ¡Tenía algo que hacer!

El astuto gato, que corría muchísimo, se adelantó y fue avisando a todos los labradores: 

– Si el rey os pregunta que de quién son estas tierras, decid que son del Marqués de Carabás, y prometo libraros del ogro que tanto os asusta… 

Y así hicieron. Cada vez que el rey preguntaba a los campesinos, ellos aseguraban que las tierras las trabajaban para su querido amo, el Marqués de Carabás. 

Por si esto fuera poco, el gato con botas llegó hasta el lujoso castillo del terrible ogro al que temían en toda la región. 

– ¿Cómo osas tú, gato, entrar en mi castillo?- dijo muy enfadado el ogro. 

– No se enfade, señor ogro. Mi amo me envía para que compruebe lo que dicen de ti todos…que eres capaz de hacer cualquier proeza por increíble que parezca. Necesito ver con mis propios ojos para contárselo, lo poderoso que eres… 

– ¿Acaso tiene dudas? ¡Ja,ja,ja! Dile a tu amo todo lo que puedo hacer… ¡mira! 

Y diciendo esto, el ogro comenzó a tomar diferentes formas: de león, de tigre, de guepardo, de serpiente… El gato, por su parte, haciendo un poco de teatro, fingió asustarse muchísimo, y temblando, le dijo: 

– Y de ratón? ¿También puedes transformarte en un ratón? 

– ¡Claro que sí!- contestó con fanfarronería el ogro. 

Y al instante, se transformó en un pequeño ratón. El gato no tardó ni un segundo en lanzarse a por él y se lo comió. 


Al rato llegó la comitiva real, que, al ver aquel majestuoso castillo, decidió hacer una parada. Entonces, se abrió la puerta y apareció el gato con botas: 

– Bienvenidos al castillo de mi amo: el Marqués de Carabás. Bienvenido, amo, le estaba esperando. 

El rey, absorto ante tantas riquezas, decidió que aquel Marqués bien era digno de la mano de su hija, quien aceptó casarse con él de inmediato. Por supuesto, el gato con botas no faltó a la boda, y todos fueron muy felices el resto de sus días. 

Reflexiones.

Con este cuento tan popular, podemos pensar sobre estos valores: 
  • El valor del ingenio. 
  • La justicia. 
  • La sinceridad frente a la astucia. 
La astucia a menudo hace uso de ‘las mentirijillas piadosas’ que son aquellas mentiras que no hace daño a nadie, sino que solo se usan para conseguir un bien personal (o global) usando la astucia. El gato con botas quería ayudar a su amo a conseguir cierto prestigio y no lo hubiera conseguido si no se hubiera inventado ese personaje ficticio, el Marqués de Carabás. 

Al final el gato con botas instaura cierta justicia ya que la herencia del molinero era un tanto desequilibrada. Mientras que a los dos primeros hijos les entregó tierras y un molino, a él solo le dejó un gato. Sin embargo, su padre sabía bien lo que hacía, ya que confiaba en que aquel astuto gato sabría llevar a su hijo hacia un merecido puesto en la sociedad. Con inteligencia y una buena estrategia, se tienen mayores posibilidades de éxito.

¡Feliz día!

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