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Los tábanos y las abejas. Para leer

 Cuentos para leer IV-A.

Un día, tábanos y abejas encontraron en el suelo un trozo de miel sin dueño. Y ambos la reclamaron para ellos. 

– ¡Esta miel es nuestra! - gritaban las abejas.

– De eso nada… nosotros la vimos primero, estuvimos observándola un rato, y no queda duda de que es nuestra. 

Discutían tanto los insectos, que tuvieron que llevar el pleito hasta el juez, el gran abejorro, quien no era capaz de averiguar quién tenía razón. Así que pidió la comparecencia de algunos testigos. Así, pasó a juicio la mariquita: 

– Señoría… es cierto que yo vi a insectos como las abejas, pero oscuros como los tábanos, revolotear sobre el trozo de miel un buen rato. No cabe duda de que los tábanos dicen la verdad… 

Pasaron también el zorro y el conejo, y ambos animales dieron la razón a la mariquita. Todos habían visto cerca de la miel a un grupo de tábanos, así que pensaron que no había otra explicación: «La miel era obra de los tábanos». 

Pasó una semana desde el comienzo del juicio y las abejas comenzaron a impacientarse, porque el abejorro aún no había dictado sentencia. Una de las abejas acudió a hablar con él: 

– Señor juez, debe dictar ya sentencia, o la miel se echará a perder. Y como aún tiene dudas, a pesar de lo evidente, le propongo lo siguiente: que abejas y tábanos demuestren cómo es la miel que fabrican. 

Nosotras las abejas nos meteremos en la colmena y en un rato tendrá el resultado, pues somos rápidas trabajando. Que los tábanos nos enseñen la miel que son capaces de fabricar… a ver si es como aquella que reclaman. 

– ¡Me parece una excelente idea! - certificó el abejorro juez. 

Los tábanos, allí presentes, enfadados, dieron media vuelta y rechazaron la prueba. 

– Creo que queda claro de quién es la miel- dijo entonces el juez. 

Reflexiones.

Usa esta fantástica fábula nos hace pensar acerca de:
  • La sinceridad. 
  • El por qué a veces es tan difícil destapar una mentira. 
  • Y la justicia. 
Nos encontramos muchas veces en esta misma situación, una mentira apunto de salirse con la suya por testigos y apariencias evidentes que le dan la razón. Pero ya sabes que las apariencias engañan y a veces lo evidente no es más que una máscara que oculta una mentira.

En esta fábula nos damos cuenta de lo difícil que es, a veces, dar con la verdad, ya que la mentira sabe disfrazarse de verdad con mucha sutileza. Sin embargo, al final la verdad siempre termina saliendo a la luz. 

Muchas veces no lo hace cuando queremos, sino que tarda bastante, por culpa y por todas esas circunstancias que la rodean, como testigos que confunden la realidad o falta de pruebas. 

Menos mal que el abejorro juez no se fio de lo que decían los testigos. Por eso tardaba tanto en dar su sentencia, porque a pesar de que todo indicaba hacia los tábanos como los dueños del trozo de miel, él seguía sin estar seguro. No creía el testimonio de los otros animales. 

Y es que muchas veces lo que digan los demás no significa que sea la verdad. Los testigos también pueden estar confundidos, porque las apariencias pueden engañarnos... Los animales del bosque, al ver cerca de la miel a los tábanos, llegaron a pensar que la miel era suya.

¡Feliz día!

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