Cuentos para leer IV-A.
Un grupo de pescadores notó que la red que habían echado al agua pesaba mucho. Llenos de alegría pues pensaban que estaba repleta de peces, comenzaron a cantar y a bailar, y hasta celebraron una pequeña fiesta.
Pero al recoger la red, vieron con tristeza que no eran peces, sino piedras. Entonces, comenzaron a lamentarse y a llorar. Sentían rabia, no tanto por las piedras que encontraron en la red, sino por lo que habían esperado encontrar y no encontraron.
Sin embargo, uno de los pescadores, el más viejo de todos, no lloraba, ni maldecía, sino que les dijo:
– Dejad ya la tristeza y el enfado. No sirven de nada. Sabed que la alegría tiene como hermana a la tristeza. Y así como vivimos los buenos momentos, también debemos vivir los malos de vez en cuando.
«En la vida, a buenos momentos les siguen malos y a los malos, buenos. Estemos preparados para cuando llegue el momento».
Reflexiones.
Las Reflexiones sobre esta fábula de Esopo es acerca de no tratar de ser conformistas con la vida, sino de aceptar las ‘estocadas’ que nos lleguen con positivismo.
Cuanto antes entendamos que la vida es un equilibrio de fuerzas opuestas, antes entenderemos que no podemos vivir ajenos a ciertos problemas. La alegría viene de la mano de la tristeza y la felicidad, de la frustración.
La vida no es plana, sino que ofrece todo tipo de emociones contradictorias que debemos manejar de la mejor manera posible. El miedo nos puede llevar a la prudencia, el enfado, a la autoreflexión… La vida es una alternancia de vaivenes, alegrías seguidas de tristezas y tristezas seguidas de alegrías.
Lo importante es enfrentarnos a los malos momentos recordando todos los buenos que vivimos. De esa forma, no dejaremos que la tristeza se transforme en esa melancolía que nos paraliza y nos impide avanzar. ‘Sí, pasamos por un mal momento, pero pronto vendrá otro bueno’. Esa es la actitud positiva que nos ayuda, que aporta y no destruye.
La felicidad completa no existe y tendremos que enfrentarnos a problemas, lo mejor es estar prevenido, intentar adelantarse a ellos. Ante el primer indicio, tomar las herramientas necesarias para salir airoso y poder hacerle frente con fortalezas y no debilidades.
Cuando una ola te pilla desprevenido, te arrastra sin que puedas evitarlo. Pero si la ves venir y te preparas, tal vez te dé tiempo a zambullirte y pasar por debajo.
¡Feliz día!