Cuentos para leer V-A.
Paseaba una zorra hambrienta por un monte cuando divisó a lo lejos una vivienda con una frondosa parra repleta de uvas. Nada más ver aquellos frutos, se le hizo la boca agua y se aproximó a toda velocidad. Pero al llegar, se dio cuenta de que los racimos estaban muy altos.
La zorra comenzó a saltar, en un intento desesperado por hacerse con alguna uva. Saltó una vez, y otra, y otra más. Pero no conseguía llegar hasta los racimos. Desesperada y muy cansada, miró con rabia a las uvas y dijo:
– Por nada del mundo me comería yo una de esas uvas. ¡Si en realidad están verdes y deben saber horribles!
«La soberbia hace que intentemos engañarnos a nosotros mismos».
Reflexiones.
Con esta fábula podrás trabajar diferentes valores, como estos:
- El esfuerzo.
- La perseverancia.
- El sentimiento de frustración.
- La soberbia.
- El valor de la sinceridad.
¿Cuántas veces, no nos habremos intentado convencer, de que algo no nos conviene por nuestra incapacidad de alcanzarlo? Pocas veces toleramos y asumimos la frustración porque nuestra soberbia, a veces nos lo impide.
Si no lo consigo, será que no era tan bueno… a esto le podemos llamar ‘el consuelo del tonto’. Y sucede porque a veces, nuestra soberbia nos impide reconocer que tenemos límites y que a veces tenemos que perder.
No siempre podemos conseguir lo que deseamos y es entonces cuando nos invade una terrible sensación de humillación y de frustración. Pero, en lugar de reconocer, que no podemos lograrlo todo y seguir intentando otro camino, decidimos engañarnos a nosotros mismos con tal de no reconocer la derrota.
Perdemos y ganamos… es parte de la vida, no siempre se gana. Cuanto antes lo asumamos, mejor. Muchos de los deportistas que se esfuerzan, que entrenan cada día, que luchan con ilusión y perseveran, no consiguen la victoria.Y no se acaba el mundo. Se sufre, sí, te invade la desilusión, sí… pero si no se asume ni se acepta, no podremos plantearnos una remontada o no podremos buscar otra forma de llegar a nuestra meta. No se trata de resignarnos sin más, sino de aprender una lección de nuestra derrota.
No hay nada peor que intentarnos engañar a nosotros mismos, tal y como hace la zorra. en lugar de pensar: ‘¡qué lástima, con lo hambrienta que estoy y no podré alcanzar las uvas!’, prefiere engañarse y pensar que esas uvas en realidad estarán malísimas. No sirve de nada mentirnos, porque en el fondo sabemos que no es cierto. Y al final esa mentira nos termina generando una herida.
Las mentiras a uno mismo generan pérdida de autoestima y rencor. Y además, si no eres capaz de ser sincero contigo mismo… ¿cómo lo serás con los demás?
No desistas, a pesar de la derrota, a veces cuesta perseverar cuando no ves cerca la meta y sobre todo si pasas por fracasos constantes, perseverar y esforzarse a menudo se convierten en una dura y empinada cuesta, pero es que no hay otra forma de alcanzar nuestros sueños. Sin esfuerzo ni perseverancia no habrá premio. Lo que pasa, es que, normalmente, ese premio no llega a la primera de cambio, sino después de muchas caídas y equivocaciones.
¡Feliz día!