Cuentos para leer VI-A.
Doña cigüeña y doña zorra solían verse de vez en cuando. Les gustaba hablar un rato y compartir historias. Pero a la zorra, doña Cigüeña le parecía demasiado presumida, y un día pensó en gastarle una broma.
Así, avisó de que iría a visitarla a su casa y después de hablar un rato, le dijo:
– Es estupendo poder hablar contigo, Cigüeña. Estoy pensando en que sería fantástico que vinieras mañana a comer a mi casa.
– Oh, ¡pues yo encantada! - contestó la cigüeña.
Y así quedaron en que doña Cigüeña visitaría a doña Zorra al día siguiente.
Doña Cigüeña estaba muy contenta, y acudió a comer con sus mejores galas a casa de doña Zorra. Allí estaba ella esperando, con la mesa puesta y una suculenta sopa servida en dos platos grandes.
La Zorra disfrutó de la comida, lamiendo la sopa con la lengua. La pobre cigüeña, sin embargo, con su pico largo y estrecho, no era capaz de pillar nada de sopa, y no pudo probar bocado, pero como era muy educada, no dijo nada, y al final de la comida, le dio las gracias a doña Zorra y le dijo que todo estaba delicioso.
Doña Zorra reía para sus adentros, muy contenta de que le hubiera salido bien la broma. Y doña Cigüeña, antes de irse, invitó a doña Zorra a comer al día siguiente en su casa, como muestra de agradecimiento.
Al día siguiente, doña Zorra fue a casa de doña Cigüeña. El olor que salía de la cocina era realmente delicioso. Pero al sentarse a la mesa, doña Zorra vio que la comida estaba depositada en lo más hondo de una botella alargada.
Doña Cigüeña no tenía ningún problema: con su pico largo conseguía atrapar el más pequeño de los pedacitos de comida, mientras que doña Zorra, por más que lo intentaba, no conseguía comer nada. Estiraba y estiraba la lengua, pero solo lograba lamer el cristal.
«Si tratas a los demás con malas formas, recibirás más tarde el mismo trato».
Reflexiones.
Esta fábula del escritor macedonio Cayo Julio Fedro, nos hace pensar acerca de:
Tratar a los demás como te gustaría que te trataran a ti. Si tratas mal a los otros, más tarde recibirás el mismo trato. Así que antes de burlarte de los demás, ponte en su piel e imagina que te hicieran esa misma broma a ti.
Para evitar tratar mal a otros, basta con tener empatía, ese gran valor que engloba muchos otros. Si eres capaz de ponerte en el lugar de otra persona, serás capaz de imponer tus propios límites a la hora de decir o hacer algo que pueda molestar a otro.
Hay bromas demasiado pesadas. A la hora de gastar una broma, procura que no sea demasiado pesada. ¿Cómo saberlo? Si la persona a la que gastas la broma no se ríe, sino que sufre y se enfada, no ha sido una buena broma.
¡Feliz día!