Cuentos para leer IV.
Cuentan que un día Buda estaba sentado en la ladera de una montaña, meditando y contemplando en serenidad el paisaje cuando un primo suyo, Devadatta, que le envidiaba, subió hasta lo más alto de la montaña y lanzó desde allí una enorme roca con la intención de matarle. Sin embargo, Devadatta erró en su intento, y la pesada roca aterrizó con estrépito junto a Buda, interrumpiendo su meditación, pero sin hacerle daño.
Instantes después, el maestro siguió como si nada, sereno y mirando al horizonte.
Días después, Buda se encontró con su primo. Este, avergonzado, le preguntó:
– Maestro, ¿no estás enfadado?
– No, claro que no- contestó él.
– ¿Por qué no lo estás? ¡Intenté matarte!
– Porque ni tú eres ya el mismo que arrojó la roca ni yo soy el mismo que estaba allí sentado.
«Para el que sabe ver, todo es transitorio; para el que sabe amar, todo es perdonable» .
Reflexiones.
Con esta fábula corta podemos reflexionar sobre estos temas:
- El valor del perdón.
- La relación entre amor y perdón.
- La transitoriedad de las cosas.
La moraleja de esta fábula budista es realmente hermosa e inspiradora: el tiempo que pasa nos cambia constantemente y el amor hace que sanemos gracias al perdón…
Muchas veces sufrimos por alguna pérdida, por alguien que nos hace daño, por aquel que nos envidia … Pero todo pasa, porque el tiempo hace que estemos en constante cambio. Cambiamos a cada instante. Si sabemos ver esto, nos daremos cuenta de que hoy no somos los mismos que ayer, porque las experiencias vividas durante todo el día nos han modelado y nos han cambiado. Y mañana no seremos como hoy, porque habremos añadido nuevas vivencias a nuestra vida. Cambiamos constantemente.
El amor es como una tirita, dicen que el tiempo lo cura todo. No es el tiempo, sino el amor. El amor es en realidad el antídoto que necesitamos para sanar y el perdón, la tirita que ayuda a cicatrizar una herida. Muchas veces la herida sigue ahí porque nunca llegamos a perdonar. Y por eso, no conseguimos que cicatrice.
Sí, perdonar es necesario para cerrar heridas, pero para perdonar necesitamos amar.