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La ola de mar ignorante. Para leer

 Cuentos para leer IV

Una pequeña ola disfrutaba junto a sus compañeras de la vida en el mar. Saltaba, se escondía, brincaba y jugaba con delfines y gaviotas. Su vida era realmente feliz y ella se sentía muy dichosa. ¡Adoraba ser ola de mar!

Pero un día, las corrientes marinas la arrastraron hacia fuera y se acercó a la costa. Entonces se fijó en que otras compañeras suyas se dirigían hacia las rocas, haciéndose cada vez más grandes. Al final, terminaban estallando en espuma y deshaciéndose contra las rocas. En ese momento, dejaba de verlas para siempre.

Angustiada, la pequeña ola buscó ayuda. Y se fijó en otra ola que como ella, jugaba alegre con las gaviotas.

– ¿Qué haces? - le dijo asustada – ¡Eres una ignorante! ¡Estás tan feliz y no sabes que dentro de poco terminaremos nuestros días estrellándonos contra las rocas!

– ¿Ignorante yo? - respondió muy tranquila la otra ola- Creo que te equivocas. La ignorante eres tú, pequeña ola… ¿O no te has dado cuenta de que al estallar contra las rocas conseguimos estar al fin mucho más unidas y que todas nosotras formamos el mar?

«Solos, somos insignificantes. Juntos, una inmensidad».

Reflexiones.

Con esta fábula budista nos hace pensar sobre la vida y la muerte también nos hace reflexionar acerca de que, todos juntos formamos algo muy grande. Esta fábula budista, nos recuerda la grandeza y la fuerza que genera la unión. 

Una simple ola no es nada… pero todas juntas forman un océano. 

Muchas veces nos obsesionamos en pensar en nosotros mismos, en nuestra individualidad, y olvidamos que cada uno de nosotros también tiene una importante función en la Vida. 

De ahí el valor de cada uno, que siendo únicos e irremplazables, somos capaces de formar un Todo más grande, piezas unidas para conseguir algo mayor.

Esta fábula también sugiere que el final de la vida tal y como lo conocemos no es exactamente el final definitivo, sino el principio de algo diferente. Mediante esta metáfora, la fábula nos muestra cómo una simple ola que rompe contra las rocas deja de ser una ola, pero no deja, sin embargo, de ser mar. No desaparece, solo se transforma.

¡Feliz día!

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