Cuentos para leer VI-A.
Navegaba el imponente buque de guerra USS Montana por el océano cuando de pronto vio a lo lejos una luz. Creyendo que era otro buque, inició una conversación:
– Atención, al habla el capitán del buque de guerra USS Montana. Por favor, desvíese 15 grados al norte para evitar la colisión. Le repito: desvíese 15 grados al norte. Cambio.
-Le oigo, capitán. Pero siento informarle de que no me desviaré. De hecho, le recomiendo que se desvíe usted. Cambio.
El capitán del buque, enfadado, insistió:
– Una vez más, le repito: este es el USS Montana, buque de guerra americano, y le pedimos que desvíe inmediatamente su rumbo 15 grados hacia el norte para evitar una colisión. Corto y cambio.
– Y yo le repito que no voy a desviarme 15 grados al norte. Y que debería desviar usted su buque. Cambio- se oyó por la radio desde el otro lado.
El capitán del buque repitió:
– A ver, le repito: desvíe su rumbo 15 grados hacia el norte para evitar una colisión.
La respuesta volvió a ser la misma:
– Y yo le repito que no me desviaré 15 grados al norte. Corto.
El capitán del barco, muy enojado, tomó el micrófono de la radio y dijo:
– Le habla el capitán Hancock y usted desviará su curso porque es una orden. Corto.
Pero el otro hombre volvió a decir:
– Capitán, negativo. No me moveré. Mejor será que cambie usted el rumbo del buque.
Desesperado, el capitán del barco dijo:
– A ver, hijo, este es el buque de guerra USS Montana, de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, el segundo buque más grande de la Flota del Atlántico Norte. Cambiarás de rumbo 15 grados norte o me veré obligado a tomar medidas muy serias para garantizar la seguridad de este barco. ¡Corto!
A lo que el otro hombre respondió con tranquilidad:
– Pues aquí al habla el farero. De acuerdo, es su decisión.
Reflexiones.
Esta fábula, ‘La colisión’, es fantástica para reflexionar acerca de a dónde nos puede llevar la falta de comunicación, la terquedad y la prepotencia.
Una cosa es hablar y otra mantener una conversación, en donde también hace falta escuchar, pensar y preguntar. En esta divertida historia, al capitán del buque le hubiera venido muy bien preguntar en lugar de ordenar constantemente. El farero, por su parte, era consciente de su superioridad y dio al capitán la oportunidad de salir de su terquedad antes de explicarle por qué no podía moverse.
Creía el capitán del buque que la luz partía de otro barco. Ese error le llevó a sentir que el otro hombre le estaba desafiando, lo que acrecentó su prepotencia y terquedad. Si el otro hombre no iba a moverse, ¡no iba a hacerlo él! Su soberbia le cegó hasta el punto de no imaginar que tal vez estaba en un error. ¿Cómo iba a estar él, capitán de uno de los buques de guerra más importante del mundo en un error?.
Sin embargo, un simple farero le dio una gran lección de humildad. Por muy importante que fuera el buque de guerra, si no era capaz de reconocer su error y obedecer la orden de un simple farero, terminaría chocando con las rocas de la costa y hundiendo su barco.
«Si no eres capaz de reconocer un error y ceder, terminarás ‘chocando’ y cometiendo un grave error».
¡Feliz día!