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El sapo y el buitre. Para leer

 Cuentos para leer IV-A.

Cuentan que hace mucho tiempo, los sapos presumían de tener una piel perfecta: brillante, lisa, húmeda… Una piel sin manchas y resplandeciente. De ahí que fueran un tanto vanidosos, ya que les encantaba presumir de esa gran cualidad física. Además, tenían muy buena voz, y croaban y croaban sin cesar, para delicia de todos.

Un día, un sapo fue invitado a una importante fiesta que las aves celebraban cada año en las nubes. Por supuesto, también fue invitado el buitre o el urubú, que es como en Chile conocían a este animal.

Como el sapo no podía volar, el buitre se acercó a su casa para burlarse de él:

– Eh, sapo, me han dicho que te invitaron a la fiesta de las nubes…

– Sí, sí- respondió el sapo orgulloso– ¡Canto tan bien, que decidieron invitarme para que les deleite con alguna canción!

– ¡Jajaja!- rió el buitre- ¿Y cómo tienes pensado llegar hasta allí?- le desafió el buitre.

– Eso no te importa, buitre. Llegaré, y punto. Por cierto… ¿estás ensayando con la guitarra? Espero que estés al nivel en la fiesta…

El buitre se sonrojó… La verdad es que le encantaba tocar la guitarra, y era un gran honor para él llevarla a la fiesta.

– En ello estoy, sapo- le dijo al fin- La verdad es que ya puedo tocar bastante bien. Bueno, nos veremos allí, pues. Hasta pronto, sapo.

– ¡Hasta pronto, buitre!

Pasaron los días. Y por fin llegó el gran día de la gran fiesta. Ese día, el sapo se presentó en la casa del buitre, para sorpresa de la gran ave.

– ¡Qué sorpresa, sapo! ¿Cómo tú por aquí?

El buitre había dejado la guitarra en el suelo y el sapo la vio en seguida. Tenía un plan. 

– Ya ves, buitre, venía a comprobar que no olvidaras ir a la fiesta, pero veo que ya estás preparado. Me alegro. Yo iré antes. Ya nos veremos allí.

Y en un descuido del buitre, que miró hacia otro lado, el sapo de un salto se metió en la guitarra.

– Vaya- se dijo el buitre- ¿por dónde se habrá ido el sapo?

Sin pensar más, agarró su guitarra y salió volando, sin darse cuenta de que el sapo viajaba en el interior de su guitarra. Y aunque pesaba un poco más, el buitre, con la emoción, no se dio ni cuenta.

Al llegar al cielo, preguntó por el sapo.

– ¿Alguien vio al sapo? - preguntó el buitre.

– No, yo no lo vi- contestó el águila.

– Ni yo- dijo también el ruiseñor.

En la fiesta habían sido invitados también otros animales, como el león, la oveja, el mono, la culebra… Allí todos hablaban sin disputas.

– ¿Y por qué no le trajiste volando? - dijo el pato, a quien el sapo le caía muy bien.

– No voy a cargar yo con él- dijo el buitre-. Me dijo que vendría sin ayuda…

Entonces, el sapo saltó desde la guitarra. Algún animal le vio salir. Estaba más hinchado y orgulloso como de costumbre.

– ¡¡Hola a todos!!- dijo de pronto el sapo, para asombro del resto de animales- ¡Aquí estoy, dispuesto a regalaros mi bella voz!

El buitre se quedó anonadado… ¡pensaba que no podría llegar!

Y, mientras el sapo cantaba ante un entregado público formado por hienas, hipopótamos y diversas aves, uno de los animales que le vio salir de la guitarra, le contó al buitre cómo llegó hasta las nubes. El buitre, muy enfadado, decidió castigar al sapo.

La fiesta fue maravillosa y todos los animales disfrutaron muchísimo, pero cuando se acercaba el amanecer, el sapo, preocupado por la vuelta, decidió meterse de nuevo en la guitarra del buitre. El ave, que imaginaba que el sapo intentaría burlarse de nuevo de él, sospechó de sus intenciones.

Ningún animal se dio cuenta de que el sapo faltaba cuando terminó la fiesta. ¡Eran tantos! Pero el buitre sí se percató, ya que no dejó de observarlo en toda la noche, buscando la forma de darle un escarmiento. 

– Yo me voy- dijo en alto el buitre- ¡Muchas gracias a todos por esta maravillosa fiesta!

Agarró la guitarra con el sapo dentro y salió volando. Pero cuando aún faltaban unos metros para aterrizar, le dio la vuelta a la guitarra y dejó caer al sapo, quien, horrorizado, comenzó a gritar.

El sapo cayó sobre unas piedras, y el golpe fue tan fuerte, que le salieron hematomas por todo el cuerpo y se hizo heridas en la piel. Con el paso del tiempo se recuperó, pero no así su piel, cuya espalda quedó llena de moretones para siempre. Desde entonces, todos los sapos descendientes de aquel sapo, tienen la piel llena de manchas y muy áspera.

«Quien tanto presume de sus virtudes delante de los demás, un escarmiento tarde o temprano recibirá».

Reflexiones.

La reflexión que podemos sacar de esta fábula chilena ‘El sapo y el buitre’ es acerca de la vanidad, ese sentimiento que nos lleva a presumir de nuestras virtudes delante de los demás, con la intención de quedar por encima y sentirnos más poderosos, a menudo, sin ser conscientes de ello. Otras veces se usa como un escudo ante una falta de autoestima y confianza en uno mismo.

En esta historia, el sapo era un animal bastante vanidoso, al que le gustaba presumir delante de los demás, y al que le gustaba burlarse del resto. Al final, su actitud le llevó a un serio problema. Y es que la vanidad nunca es buena consejera…

¡Feliz día!


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