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El regalo. Para leer

Cuentos para leer IV.

Cuentan que hace mucho, unos discípulos meditaban junto a Buda, cuando unos hombres se acercaron a insultarle. Sin embargo, Buda no hizo nada. Cerró los ojos y aguantó que le insultaran sin moverse. Sus discípulos se enojaron y le dijeron:

– Maestro, ¿por qué dejaste que esos hombres te insultaran sin decir nada?

Buda entonces miró a uno de ellos y preguntó:

– Si yo tengo un caballo y te lo regalo pero no lo aceptas, ¿de quién es el regalo?

El discípulo respondió:

– Si yo no lo acepto, seguiría siendo tuyo…

– Pues lo mismo sucede con las ofensas. Tú decides si aceptas o no ese regalo…

‘Solo tú decides si aceptas o no las ofensas de otros’.

Reflexiones.

Con esta fábula de Buda, se aborda el tema de:

– La ira. Cómo evitar que se adueñe de nosotros.
– Cómo enfrentarnos a las ofensas e insultos.
– El valor del respeto. 

La ira es una emoción que nace en nuestro interior. Pero en nuestras manos está hacer que crezca o que se diluya. Cuando esa ira nace por algún insulto o calumnia, la clave está en la actitud que decidamos tener ante esas ofensas. ¿De verdad quieres ese regalo? La metáfora del regalo es para explicar qué actitud es la que nos evita sufrir ante las ofensas o los insultos. No es fácil, claro está… 

Normalmente nuestro orgullo nos habla con su débil vocecita y nos dice cosas como ‘eh, ¿de verdad vas a dejar que te insulten? ¿Vas a dejar que queden como los vencedores?’. Y ahí está el error, aceptar el regalo de los insultos, que está lleno de ira y rencor.

– Nunca vence el que ofende ni el que calumnia: el que ofrece un regalo lleno de odio que nadie acepta, se queda con el odio, aunque aparentemente lleguemos a pensar que obtuvo una victoria. 

Ya sabes que dos no discuten si uno no quiere. El que llegó con ganas de discutir, no habrá conseguido su objetivo, y tú sin embargo, te mostrarás intacto.

– En cuanto a las ofensas como falta de respeto: el que no acepta las ofensas muestra respeto. El que ofende, no. Y, la falta de respeto, repercutirá negativamente en esa persona, ya que nadie desea tener a alguien así a su lado. 

¡Feliz día!

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