Cuentos para leer III-A.
Un día, un mono paseaba por la ribera de un río. Estaba algo aburrido, y ese día decidió observar la Naturaleza. De pronto, el mono vio un pequeño pez bajo el agua. De vez en cuando, daba pequeños brincos para salir un segundo al exterior, y después volvía a zambullirse en el agua.
El pequeño mono, que nunca antes había visto un animal como ese, pensó que el pobre pez se estaba ahogando.
– ¡Oh!, ¡no! - pensó- ¡Pobrecillo! ¡Se ahoga! ¡Tendré que ayudarle!
Entonces el mono agarró al pez con sus dos manos. El pececito comenzó a agitarse con fuerza, y el monito pensó que era de alegría al verse a salvo.
Poco después, el pez paró de agitarse y el monito, al ver que estaba muerto, pensó:
– ¡Qué pena no haber podido llegar antes!
‘A veces intentando ayudar, sin querer, empeoramos una situación. Hay que estar siempre muy seguro de la necesidad real del otro’.
Reflexiones.
Esta antigua fábula africana nos advierte de que antes de ayudar al otro, debemos ser muy conscientes de su problema real. Para ello, podemos observar, pero también preguntar y ahondar en el problema.
Cada cual tiene una serie de capacidades y una serie de necesidades diferentes a las nuestras. No intentes mirar al otro con el mismo prisma que te miras a ti mismo.
Antes de ayudar, debemos utilizar la empatía, el sentido común, ponernos en la piel del otro y conocer su realidad y sus necesidades. Sé generoso, pero entiende las necesidades reales del otro
¡Feliz día!