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El lobo enfermo. Para leer

 Cuentos para leer V-A.

Había una vez un lobo al que le gustaba demasiado comer. Era muy glotón y no tenía medida. De hecho, comía tanto, que un buen día enfermó. Le dolía muchísimo el estómago y fue a visitar al médico del pueblo, un hombre anciano muy experimentado. 

– Por favor, señor médico, le pagaré cuatro monedas si me cura. No puedo soportar este dolor de estómago… 

Y el hombre, después de examinarlo bien, le dijo: 

– Señor lobo, usted está enfermo de tanto comer. A partir de ahora no podrá comer más de siete libras de carne. De lo contrario, podría ser muy peligroso. 

El lobo asintió, pagó al médico y se fue a casa del herrero para encargarle una balanza. Con ella, pesaría cada día la carne para asegurarse de que no comía, ni un gramo de más de esas siete libras, que le había indicado el doctor. 

Y así lo hizo durante muchos meses. A pesar de quedarse con hambre, el lobo pesaba en su balanza la carne y no comía más de siete libras. Recuperó su figura esbelta y se sentía más ágil. Estaba feliz de haber visitado aquel día al médico. 

Pero llegó el día de Santa Catalina, la fiesta patronal de aquella aldea, y el lobo sabía que era un día excelente para cazar. Todos los aldeanos iban a las 12 a misa y dejaban los animales solos en las granjas. El lobo estaba tan emocionado, que olvidó la balanza al salir disparado hacia la aldea. Solo pensaba en el festín que podía darse… 

Vio unas gallinas y ¡zas!, las cazó. También se comió una cabra y hasta una mula. Comió y comió sin acordarse de las siete libras. Total, por un día… Pues el lobo, aquella misma noche, murió de un atracón. 

«No bajes la guardia: un solo descuido puede echar por tierra, todo lo que tanto, habías cuidado y trabajado».

Reflexiones.

Esta fábula, nos deja una serie de advertencias que debemos tener en cuenta siempre. Basta un momento, un impulso, para destruir todo lo que tanto nos había costado mantener. Ya se sabe, lo mucho que cuesta construir algo y mantenerlo y lo poco que cuesta destruirlo. 

Así en la vida, debemos mantener constancia en lo que hacemos, no bajar la guardia, mantenernos vigilantes y nunca saltarnos aquella delgada línea que separa el triunfo del fracaso. Basta un momento de debilidad para volver a caer en aquello que nos hace daño. 

El lobo en esta historia, tenía ciertamente un problema, una enfermedad: la gula. Y mantenerse alejada de ella requería de constancia y, sobre todo, mucha fuerza de voluntad. Lo estaba consiguiendo, hasta que una tentación, más grande que su fuerza de voluntad, le arrastró de nuevo hacia la gula. Y esta vez, rebasó los límites con tanto descontrol, que las consecuencias fueron terribles.

Las recaídas después de una buena racha de fortaleza, son más peligrosas. Lo que le pasó al lobo en esta fábula, sucede no solo con la gula, sino con todas nuestras flaquezas y problemas que intentamos controlar. 

Y es cierto que, después de una buena ‘racha’ la recaída puede ser más peligrosa, más descontrolada. De ahí la importancia de usar la razón en momentos de debilidad y frenar la tentación a tiempo. Si el lobo hubiera recapacitado, y se hubiera dado la vuelta para buscar su balanza, el final hubiera sido totalmente distinto.

«Basta un segundo, un impulso, para ‘tirar por la borda’ todo lo que tanto nos había costado conseguir».

¡Feliz día!

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