Cuentos narrados VII-A.
Esta fábula nos hace pensar que está claro que el ladrón de pollos era consciente de que obraba mal, pero no estaba muy convencido de querer cambiar.
Las malas acciones se deben terminar de golpe: el ladrón no debía estar muy arrepentido cuando decidió posponer su ‘reforma’. Sabía que lo que hacía estaba mal y hacía daño a sus vecinos. Pero no quería cambiar de un día para otro. Necesitaba posponer el final de sus ‘fechorías’. Esto indica que no existe arrepentimiento ni deseos claros de cambiar.