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El ladrón de pollos. Para leer

 Cuentos para leer VII-A.

Resulta que un hombre de una pequeña aldea de china comenzó a robar pollos a sus vecinos. Todos sabían quién era, y al verle, solían decirle: 

– No está bien robar. 

Pero él seguía haciéndolo. 

Al final, el ladrón se dio cuenta de que obraba mal. Reunió a todos en la plaza del pueblo y dijo: 

– He decidido enmendarme. Por eso, a partir de ahora robaré un solo pollo al mes y no robaré ninguno al año que viene. 

El más anciano de la aldea le reprochó: 

– Me parece bien que quieras cambiar. Pero si eres consciente de que obras mal, ¿por qué no cambias ya? ¿Por qué lo dejas para mañana?

Las malas acciones deben corregirse de inmediato. La espera no es una solución. 

Reflexiones.

Esta fábula nos hace pensar que está claro que el ladrón de pollos era consciente de que obraba mal, pero no estaba muy convencido de querer cambiar.

Las malas acciones se deben terminar de golpe: el ladrón no debía estar muy arrepentido cuando decidió posponer su ‘reforma’. Sabía que lo que hacía estaba mal y hacía daño a sus vecinos. Pero no quería cambiar de un día para otro. Necesitaba posponer el final de sus ‘fechorías’. Esto indica que no existe arrepentimiento ni deseos claros de cambiar. 

Cuando se pide perdón por algo que ha molestado o dañado a otros, ese perdón debe ir acompañado de una acción, de un cambio de actitud. Y ese cambio debe ser inmediato. No se puede insultar cada día a alguien, arrepentirse y decir: – ‘Bueno, te insultaré un poco menos cada vez’. El final de los malos comportamientos debe llegar de inmediato. -Bien, no te insultaré más’. Es ahí donde se ve el auténtico arrepentimiento. 

Quien quiere cambiar lo hace sin pensar tanto. Quien se lo piensa, quien se da tiempo, es porque en el fondo no desea cambiar.

¡Feliz día!

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