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El guerrero samurái. Para leer

 Cuentos para leer II.

Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario. 

Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación. Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. 

Con la reputación del samurai, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama. 

Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. Todos juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. 

Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros. 

Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.

Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

-¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros? 

El maestro les preguntó: -Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio? -A quien intentó entregarlo, respondió uno de los alumnos. 

Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos. -Dijo el maestro, cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo.

Reflexiones.

En la vida a menudo nos encontramos con personas tóxicas que quieren hacernos «regalos» indeseados, que arrastran consigo un pesado fardo de insatisfacciones, culpa, ira, frustraciones y miedos. Estas personas a veces ni siquiera son conscientes de ello, pero siempre que pueden actúan como camiones de basura, intentando descargar un poco de su peso sobre los demás.
Lo hacen a través de:
  • Críticas destructivas que no tienen precisamente el objetivo de ayudarnos a mejorar. 
  • Haciéndonos sentir culpables por cosas que se escapan de nuestro control. 
  • Restándole valor a nuestro esfuerzo y logros, con el objetivo de mellar nuestra autoestima. 
  • Inoculándonos sus propios miedos para impedirnos seguir adelante con nuestros sueños. 
  • Lamentándose continuamente por todo, mostrando una actitud de victimismo crónico para intentar contagiarnos con su visión pesimista de la vida. 
  • Descargando sus frustraciones sobre nosotros, buscando motivos de discusión y enfadándose sin razón. 
  • Haciéndonos responsables de sus errores y descargando sobre nosotros sus insatisfacciones.
Esta fábula nos enseña a NO responder ante las provocaciones, tenemos que dejar de reaccionar ante las provocaciones y a esos «regalos» indeseados. La respuesta del cerebro emocional ante la indefensión consiste en reaccionar inmediatamente, atacando o huyendo de la situación para recuperar el estado de seguridad. Ninguna de esas respuestas es madura y, por supuesto, acarrean un gran costo emocional, por lo que tenemos que desconectar los botones que nos hacen reaccionar automáticamente cuando los demás los presionan y NO reaccionar ante las provocaciones de las personas tóxicas.

¡Feliz día!

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