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Auriga de tu vida

CUENTOS NARRADOS - 5

Este cuento nos hace reflexionar que para canalizar sabiamente su energía y ser auriga de tu propia vida, para conducir a tus caballos, sacarles el máximo partido y avanzar velozmente hacia el triunfo, es fundamental que te familiarices con ellos, los nutras y ejercites. Cuanto más lo hagas, tantas más satisfacciones y sorpresas te darán. Notarás que, como todos están conjuntados, tan solo con que estimules a uno de ellos, los otros también responderán. Ellos representan un portentoso motor para el éxito de tu vida, en el camino hacia tu sueño.

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La tortuga Manuelita. Para leer.

 Cuentos para leer V-B. Manuelita era una tortuga encantadora, pero tenía un pequeño defecto: se enfadaba con facilidad, y cuando se enfadaba, se ponía tan nerviosa que comenzaba a gritar y a patalear sin parar. Ella lo pasaba muy mal, y el resto no sabía cómo ayudarla.  Manuelita cuando se enfadaba era capaz de hacer cosas que no quería, como romper papeles en medio de la clase o incluso intentar pegar a alguno de sus compañeros. Luego se arrepentía mucho, pero no era capaz de encontrar la solución. Así que, a Manuelita, cada vez le costaba más ir al colegio, y su rabia crecía y crecía sin control.  También le pasaba en su casa, con sus padres. Hasta que un día, les visitó su querida abuela Margarita, que llevaba mucho tiempo sin verla. A Manuelita le encantaba hablar con su abuela. Era muy vieja y sabía muchas cosas. Y su abuela, que notó que Manuelita estaba un poco tristona, le preguntó y la tortuga le explicó lo que pasaba, y su abuela, le dijo con dulzura:  – ¡...

Delfi, el delfín que quería volar. Para leer.

Cuentos para Leer I-B Delfi era un delfín joven y muy inquieto. Ya desde pequeño quería nadar y nadar para descubrir hasta el último rincón del océano. Recorrió todos los mares, conoció a todos los peces, atravesó galeones hundidos. Conocía el lugar exacto donde se encontraban los tesoros de barcos piratas, y guardaba el secreto de todos los animales extraños que sólo él pudo conocer. Pero a Delfi el mar se le quedó pequeño. Y comenzó a mirar con tristeza el cielo. – Que inmenso…- pensaba Delfi- ¡Cuántos tesoros habrá allí arriba! El deseo de Delfi ahora era volar, quería navegar por los otros mares y tocar las estrellas. Quería conocer a todas las aves y buscar galeones entre las nubes.  Pero los delfines solo nadaban, sin más. Si Acaso alguna vez asomaban el hocico de forma tímida para sentir el aire y mirar de reojo el azul del cielo. Pero nada más.  – Los delfines sólo nadan- le dijeron sus amigos- No puedes volar. ¿Dónde has visto un delfín volador? ¿Acaso encontraste alg...

Cuentos narrados I

Presentación interactiva. Esta es una presentación interactiva realizada con Genially en la que podrás encontrar una selección de ocho cuentos narrados, si los escuchas tranquilamente te harán pensar y reflexionar.